Capitulo 14

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-Edgar

La dejé sentada en el coche encima de una toalla, para que no la manchara, y encima la mía.

—No tendrías porqué hacer esto, la verdad —susurro de repente, en un tono sensible.

—Quiero hacerlo.

Sus ojos verdes me miraban esperando la respuesta de los míos, pero como la mirara me la comía con la mirada, verla tan vulnerable me daban ganas de comermela a besos y decirle que estaba ahí para ella.

—Puedes mirarme —me dijo en un susurro delicado.

—No puedo hacerlo

—¿Por qué?

La mire directamente a los ojos, clavé mi mirada en sus jodidos ojos verdes. Buscando una respuesta, su respuesta.

Algo que no me espere fueron sus ojos pidiéndome que lo hiciera, que la tocara, que la besara, y que no parara. Pero esos jodidos pensamientos que me encontraba en sus claros ojos verdes, se iban a ver la picadura de su pierna. Me limité a darle un beso en la mejilla y sentarme a conducir al lado suya, era una jodida odisea, mi mente solo se imaginaba tocando sus piel blanquecina suave.

Besando y mordiendo sus jodidos labios, saboreando, besando y compartiendo esa saliva, tocando los vellos de su piel suave, y acariciando su jodido rostro perfecto.

A veces me ponía a pensar que porque ella, qué por qué esas ganas locas, que tengo son para ella, que si me acerco a otra no es lo mismo, que si miro a otra no me llaman sus ojos verdes electrizantes y su mirada pidiéndome delicadamente que diera el paso. Yo espero que no se haya dado cuenta de las jodidas erecciones que me hace.

Apretaba la mano en el volante conduciendo hacia el piso de Luis mi colega, que recientemente yo y un par de amigos vivíamos ahí por estancia para la universidad, yo pensaba que me iba a tirar el verano entero de fiesta, de discoteca en discoteca, sin pisar mi casa o el piso de un par de chavales que les cuesta la vida limpiar, pero no, no tengo discoteca favorita, pero si ojos favoritos que me llaman la atención.

—Edgar —me dijo llamando mi atención por completo.

—¿Si?

—Me lo he pasado bien, a pesar de esta picadura.

—Me alegro mucho, ¿por cierto como esta?

—Mejor.

—Crees que puedes caminar.

—A ver poder puedo, pero si me llevas en brazos mejor.

—Anda mira si ya no tienes tanta vergüenza.

—Sí, pero no tanta.

—Es lo que he dicho.

—Confianza.

—Para no tenerla, encima te traigo conchas.

—Eso es verdad, las tengo en mi habitación.

—Mira muy bien, te falta el coche para poner tu llavero.

—Venga tu sigue burlandote de mi chulo.

Me reía con ella, aunque estuviera mal siempre ha sido muy fuerte.

—Perdón princesita que necesita que la lleven en brazos.

—Ala, Ala que es porque estoy mal.

—Si y yo soy el primo de Ronaldo, yo ya sé que puedes cojear, pero te voy a llevar en brazos hacia la cama.

Sus ojos verdes me miraban y su piel clara se volvía rojiza, estaba sonrojada por haberla dicho que la llevaría a mi cama.

—Pero no de esa forma, Levana —le dije rápidamente al verla así.

Ella se río por mi expresión de rapidez.

En verdad ojalá.

—¿Ya hemos llegado no?

—Si.

Cerré la puerta del coche y abrí la suya.

—Venga como quieras, a caballito o princesita.

—Tu sigue riéndote de mi Edgar y te pego un bocado en el brazo en donde sea.

—Lo siento su majestad —le susurré al oído a la vez que la cogía en brazos.

Su piel suave y sus vellos de punta, me daban para hablar un buen rato de lo que sentía en ese momento. Pero joder ¿no tenia que concentrarme en llevarla a la cama? Solo tenía que relajarme y no mirarla y menos a los ojos.

La deposité en mi cama mientras la miraba a los ojos.

—¿te gusta la cerveza?

—si es de limon si

—traeré unas cuantas.

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