Capitulo 12

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-Edgar

Miraba la silueta negra, que había en la orilla, al parecer estaba en duda si eran huevos eclosionados de mantarraya o de tiburón, pero con su tamaño superior realmente que eran de mantarraya, al parecer la marea a estado rebuelta esta noche y han quedado los restos de los huevos y de algunas algas.

Agarre unos cuantos y los examiné, estaban eclosionados no había mucha diferencia, así que sabía perfectamente que Levana se liaría.

—¿Sabes lo que son? —me preguntó.

—Huevos de raya.

—¿Que tengo un bebé de mantarraya aquí?

—Si fuera así estaría muerto lo más probable.

—Pues esto que es ¿la cascara?

—Más o menos.

Se lo quito y le doy la vuelta, le enseño la adbertura, con restos de arena mojada, y algunas pequeñas conchas.

—¡Que hay mini rayas bebés!

—Claro pero aquí no.

—Pues vaya aburrimiento, si están los huevos por que no están las crías.

—Esto son los restos de los huevos, que como ves tiene restos de arena, eso es que a sido arrastrado por la marea.

—A si que ¿no hay bebés de rayas?

—No, no hay crías de raya, aparte sería un peligro por su picadura.

—¿Pero las mantarrayas y las rayas no son lo mismo?

—Las mantarrayas son más grandes, y se le puede ver la boca.

—Es decir son iguales.

—No, la raya es venenosa.

—¿Son venenosas?

—Ambas tienen un aguijón.

—¿Y una es venenosa y la otra no?

—La raya es venenosa —la corregí.

—¿Y cómo has identificado el huevo?

—Por qué las rayas tienen el huevo afuera, y las mantarrayas lo incuba la madre.

—A si que por eso ¿no?

—Exactamente.

Y nos quedamos juntos mirando las cáscaras de esos pequeños huevos, a la vez que el sol se iba con un atardecer de color morado, que poco a poco nos abrazaba hasta partir con el fin del sol y el principio de la Luna.

—Habría que ir yendo ya hacia casa.

—Si ya hace frío —me contestó.

Y como no juntos volvimos, hacia cada piso, por el camino el olor del mar iba cesando, y se escuchaba a la vez que se veía el sonido de las olas chocar con las piedras, y el viento como movía las palmeras dando a entender que hacía viento o frío, todo el mundo recogía y se iba yendo hacia casa, ya que los ancianos que solían pescar habían dicho que no iban a echar la caña, demasiada marea un mar revuelto, puede acabar en un problema, y los adultos son los que más experiencias tienen, así que acabamos haciendo caso y no solo nosotros.

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