Capitulo 2

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-Levana

En la playa y una mano me tocó la espalda estaba tan feliz de volver a verle.

—¿Perdona me devuelve el chupete de mi hijo? —preguntó un señor.

—Si, toma —respondí.

Se lo di sin problemas pero unos minutos después sentí una mano en mi espalda.

—Señor yo no tengo el chupete de su hijo —le dije algo molesta, ya que quería ver a Edgar.

—Perdón, yo soy biólogo soy un próximo estudiante Universitario no un señor con hijos —respondió Edgar.

Era él, el chico que le daba un vuelco a mis emociones, el chico que me hacía sentir mariposas, el futuro biólogo marino, Edgar.

—¡Edgar! —brame de felicidad.

—Niña pija, tengo algo que enseñarte —me dijo apresurado.

—¡Que no soy una niña pija! —me queje.

—Ay no espera que me pica la arena, que no me gusta la biología porque es un asco. —me imitó en un tono burlón.

—No me hace gracia —rechiste.

—A mí tampoco, que juzgues algo sin saber —respondió.

—¿Qué dije? —pregunté.

—Dijiste que la biología es un asco porque tocaste un alga viscosa —recalcó.

—Eso no es mentira, ¡es un asco! —repetí.

—Para ti es un asco, porque no la conoces —respondió.

—Claro que la conozco —le respondí molesta.

—¿Sabes cual es este pez? —me preguntó enseñándome una fotografía de un pescado.

—Es el pez... ¡El pez nemo! —respondí feliz.

—Por lo menos sabes algo —dijo burlándose.

—Se más de lo que crees —dije molesta.

—Si supieras más, te aseguro que no odiarías la biología —aseguró Edgar.

—¿Cómo va a entretener unas plantas viscosas y peces raros? —pregunte desconcertada.

—Eso sí sé lo que es —dije señalando la fotografía de la estrella de mar.

—¿El que? —preguntó mirándome a los ojos.

—Es una estrella de mar —respondí.

—¿Te parece horrible? —me preguntó.

—Mis pensamientos se desconcertaron, sabía que me estaba haciendo una trampa.

—¿Estás intentando que te diga que me gusta? —Le pregunté.

—Niña pija, responde a mi pregunta —repitió.

—Pero yo también he hecho una —le respondí.

—Yo la dije antes —respondió.

—Eso es injusto —me queje.

—Quieres solucionar las cosas bien hechas, niñata —me dijo en tono desafiante y broncoso.

No me dejo responder y encima me empezó a inmitar,

me hizo cosquillas.

Una voz tan desafiante para unas cuantas cosquillas, es único.

—Responde niña pija —dijo mientras me hacía cosquillas.

Me quedé callada, no ibas a ganar Edgar .

—Tú no me conoces, mis hermanos me llaman la reina de las cosquillas —le respondí.

Me abalancé sobre Edgar y le hice cosquillas.

Nuestras risas se juntaron, y quedaron risas de nosotros, dos preuniversitarios que con su mirada se delataba, era mágico como la biología, solo que yo aún no conocía ese mundo, nuestras miradas eran las miradas que querían tener todo el mundo, eran las miradas de estar en el cielo y en las estrellas, sin moverse, sin dar un solo paso.

—Sabes te pareces a la hija de la mejor amiga de mi madre

—igualmente

Nos tumbamos en la arena.

—¿Te gustan las estrellas de mar o no? —me preguntó.

—Me parecen, algo raras pero son preciosas y únicas —le respondí.

—Yo se a quien se parece

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