17. Concurso de machos

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Katheryn

Una sola pregunta... ¡¿qué carajo le pasa a Sasha?! ¿Ahora quién se cree que es como para hablarme así? Una patada en el culo se merece. Aunque sus ojos... son tan hermosos... tan... tan verdes...

¿Tan verdes? ¿En serio?

Cállate, me dije a mí misma.

Sacudí la cabeza para alejar a ese Lycan de mi mente y me concentré en el olor asqueroso que despedía la poción que Lily le había preparado a Sebastien.

Sebastien, puro. PURO. VA A SER PURO. Tiene que ser una maldita broma. Es decir... ya no le voy a poder pegar, porque me la puede devolver. Lloro. Lloro por dentro. Va a ser tan fuerte como yo. 

Malditos brujos y su afición a la pureza.

—Sebastien —llamó Lily, y éste se acercó—. Ven, debes tomar esto.

El chico se acercó y al oler la poción frunció la nariz con desagrado.

—¡Puaj, qué asco! No quiero —se resistió.

—¡Sebastien! —reprochó Lily, sujetándolo de la nuca para que no pudiera escapar y acercando el frasquito a su boca—. ¡Tómatelo!

—¡No! —gritó Sebastien, intentando escapar. Se giró para chocar justo frente de Rachel.

—Idiota, ¿quieres ser puro sí o no? —dijo después de darle un golpe.

Sebastien se pasó la mano por la cabeza, donde ella lo había golpeado.

—Auch. Sí, sí quiero.

—Pues entonces tómate esto —le dijo ella en tono autoritario.

—Pero...

—Nada.

El rubio asintió a regañadientes y se tomó la poción de un solo golpe. Puso cara de enfermo y quiso vomitar, pero Rachel no se lo permitió.

—Muy bien —dijo Lily—. Tendría que tardar un rato en hacer efecto, pero...

—¡SOY PUROOOOO! —gritó Sebastien, echando a correr a toda velocidad. Dio un salto impresionante y a la mitad se transformó en un gigantesco lobo.

—... pero también pueden ser unos pocos segundos —finalizó Lily con una sonrisa.

Todos nos quedamos viendo a Sebastien. Se transformaba en lobo y en humano a intervalos cortos, saltando y corriendo, chocando los árboles y hasta derribando algunos.

—¡SOY PURO! ¡SOY PURO! ¡SOY PURO! —gritaba—. ¡SOY UN MALDITO LYCAN!

Le susurré a Elliot:

—¿Le puedo...?

—¿...pegar? Sí. Ya. Por favor.

—Oigan —intervino Lily—, está feliz. Déjenlo tranquilo. 

La miré de forma asesina.

—¡Por Dios, míralo! —Lo señalé, en ese momento era un gigantesco lobo que perseguía a un aterrorizado brujo—. Lo va a echar todo a perder, además no me gusta su voz y cómo grita —concluí de forma tajante. No pensaba soportarlo sólo por el capricho de una nena enamorada.

Sebastien pasó junto a mí, y "accidentalmente" mi brazo, por voluntad propia se levantó, poniéndose en su camino y borrándole la cara de un manotazo.

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora