22. Combate

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Katheryn

Algo tramaban los brujos, y no supe qué. Mientras veía a Alex y a Lily pasar por ese pasillo, una sensación indescriptible de miedo me atenazó la garganta. Estaba segura, demasiado, por desgracia, de que se trataba de otra de las sádicas pruebas de los hechiceros. He dicho que los odio, y lo repito: ¡los odio!

Sasha gruñó furioso y se abalanzó sobre la puerta por la que Alex había pasado.

—¡Sasha, no! —gritó Rachel, pero ya era demasiado tarde.

Sasha pasó por la puerta y justo en ese momento aparecieron de la nada dos guardias. Como si se hubieran materializado allí mismo.

—¡Sasha!

Los guardias agarraron a Sasha de las ropas y lo obligaron a detenerse. El lycan logró deshacerse de uno de ellos dándole un codazo en la cara, pero el otro pasó un brazo alrededor de su cuello, casi ahorcándolo. Sasha se detuvo en seco, jadeando en busca de aire; los dos guardias lo empujaron dentro de la jaula donde estábamos y cerraron la puerta de reja con fuerza.

—Eres un idiota —gritó Rachel, yéndose inmediatamente hacia él y abrazándolo, no sin antes haberle pegado un puñetazo en el brazo.

Me volteé para no verlos. Bah, en realidad no quería ver a ninguno. Me quedé mirando hacia el otro lado de la reja, pensando en qué mierda nos habríamos metido.

— ¿Qué les obligarán a hacer?

La pregunta de Jared rompió el silencio que se había mantenido hasta ese momento. Todos volteamos a verlo, y a él no le gustó tanta atención. Retrocedió hacia la reja con las manos en alto, como disculpándose.

— No lo sé —respondió Elliot en tono inexpresivo. Giró hacia la puerta donde estaban los guardias, que hablaban entre sí en voz baja. Entonces gritó—. ¡Oye, tú!

Ninguno de ellos le prestó atención. Seguían hablando entre ellos, como si Elliot no existiera, a pesar de que éste seguía gritando y golpeando la puerta.

—Déjalo, Elliot —suspiré. Él me miró. Estaba furioso, se le notaba. Pero no podíamos hacer nada si los guardias ni nos hablaban. Al parecer, estábamos destinados a quedarnos allí hasta que a alguno se le cantase el culo sacarnos.

No pude pensar nada más, ya que en aquel momento alguien carraspeó y habló.

—Ehmmm... —Reconocí la voz de Jared, a mis espaldas—. ¿Qué está pasando? ¿Qué harán con mi hermano?

Me volteé.

—Otra prueba de los magos, seguramente —respondí—. No sé qué les harán, pero temo por Lily y por Alex. —Pateé el piso con ira—. ¡Sabía que no debíamos venir aquí! Yo lo advertí. Pero no, nadie me hizo caso. —Paseé mi mirada enfurecida entre los chicos. Sasha se me acercó y me puso una mano en el hombro, pero me agaché y lo esquivé. No estaba de humor para perritos.

—Algo debemos hacer —dijo Jared—. Averiguar qué planean hacer los brujos, algo.

—Es complicado —repuse—. Estamos encerrados aquí, en esta especie de jaula gigante, con dos guardias vigilando la única salida. Está bastante jodido el tema.

—¿No podríamos retroceder al Laberinto? —propuso Sebastien, y todos lo miraron con cara de "qué idiota".

—Yo no pienso volver a ese sitio —se negó Jared, y se estremeció—. Arañas... arañas... por todas partes... —Tuvo un escalofrío, y se sentó en el suelo rodeando sus piernas con los brazos y empezando a mecerse—. Arañas... por todos lados... con sus patitas peludas...

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora