24. En la mente de un mago

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Katheryn

— ¿QUÉ? — grité furiosa. Me planté de un salto en el medio de la arena, entre Elliot y Sasha. Podía soportar que nos hicieran pelear contra otros oponentes y en equipo, ¡pero no pensaba tolerar las manías sádicas de Charles hasta ese punto! ¡No pensaba dejar que Elliot y Sasha se destrozaran entre ellos! No servía de nada al equipo. Además, uno de ellos moriría como resultado, y Elliot no puede morir, es inmortal...

Charles me miró, enfurecido por mi intromisión en la pelea. Pero su mirada no me asustó. Entonces se levantó y gritó:

— ¡Katheryn Kane! ¡Retírate ya mismo de la arena de combate!

— No — gruñí con los puños cerrados. Elliot y Sasha me miraban con confusión. Pero no me importaba. Charles había cruzado el límite, mi límite. No iba a dejarlo así.

— Muy bien, si eso es lo que quieres... — masculló —. Acabas de firmar la sentencia de muerte de tu amigo... ¡A ellos!

Chasqueó los dedos y dos magos aparecieron en las gradas junto a él. El aire comenzó a enrarecerse, se sentía denso como gelatina. Unas nubes negras oscurecieron el cielo. Los espectadores empezaron a dispersarse con murmullos de miedo. Había logrado enfurecer a Charles. Sí, es uno de mis múltiples talentos.

Los magos sostenían a un inconsciente y encadenado James. Lo dejaron en la arena, frente a nosotros, a sólo unos metros, como haciéndonos burla. Entonces uno de ellos sacó un cuchillo. Sasha intentó correr hacia él, pero Elliot lo sujetó. Ésto despertó su ira y empezaron a pelear: Sasha forcejeaba por soltarse, y Elliot se aferraba a él cada vez más. Me dirigió una mirada de urgencia.

— ¡No! — gritó Jared y quiso lanzarse sobre los magos, pero lo detuve con un gesto. Intentó deshacerse de mí y vi la furia y la desesperación en sus ojos; pero no podía dejarlo acercarse. Lo matarían de todas formas. Todo se había convertido en un caos. Yo podría mantener a raya a Jared, pero Elliot no podría controlar a Sasha.

Detrás nuestro, vi cómo unos magos se acercaban sigilosamente al resto del equipo. Rachel gritó cuando uno de ellos la levantó en el aire, agarrándola del cuello. A Alex lo golpearon en la cabeza, y dejó caer a Lily al suelo. A Sebastien le pusieron una espada en la espalda.

Era un auténtico pandemónium. Y yo lo había causado. Pero ya era tarde para volver atrás. Tenía que seguir adelante.

Quizás había alguna forma de negociar con Charles. Siempre hay forma de negociar con los magos. Pero hay que andarse con cuidado, porque son mentirosos a más no poder, y te clavan el puñal por la espalda.

Un plan alocado comenzó a formarse en mi cabeza.

El cuchillo se acercó a James peligrosamente.

— ¡Alto! — grité, y todos se detuvieron como si un rayo los hubiera paralizado. Sasha y Elliot dejaron de forcejear, Jared se detuvo a mirarme, y los magos me observaron con atención, en silencio.

Charles dirigió la vista hacia mí, fríamente.

—¿Bien? —preguntó con sequedad.

— Libera a mis amigos, y dejaré a ellos dos pelear —dije llanamente.

Al mismo tiempo miré a Elliot, y le comuniqué mis planes mentalmente. Asintió levemente sin decir palabra.

— Mmmm... —Charles pareció sopesar la idea, decidiendo si había alguna trampa—. Bien. Suéltenlos —les dijo a los magos.

Los otros obedecieron. Dejaron a Sebastien, Rachel, Lily y Alex donde estaban, y retrocedieron. Al mismo tiempo, los magos que sostenían a James se alejaron para dejarle espacio a Elliot y Sasha para pelear. El que sostenía el cuchillo lo guardó.

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora