Katheryn
Estábamos situados en una zona alta, detrás nuestro había un altísimo precipicio por el que acababa de tirar a dos vampiros. Se preguntarán "¿Que nunca pueden pasar una frontera pacíficamente?". No, jamás. Hay que tener estilo.
Como sea, desplegué el mapa que nos había dado Thadeus. Un puntito azul indicaba dónde nos encontrábamos, justo sobre el precipicio.
—"Ciudad del puerto" —leí en voz alta, y levanté la cabeza para mirar lo que había enfrente mío.
—Debe ser eso —indicó Alex, que estaba revisando el mapa por encima de mi hombro. Señaló con el dedo a lo que se extendía unos kilómetros más allá.
Crucé una mirada con Elliot.
—Yo no veo ninguna ciudad —intervino Sebastien, protegiéndose los ojos con la mano, a pesar de que no había sol.
Es algo disfuncional este chico, dejémoslo así.
—Sebastien, tú nunca ves nada —replicó Rachel—. Pero es cierto, yo tampoco veo nada.
—Sin embargo, está —afirmé, y Elliot y Alex me secundaron con un movimiento de cabeza. Volví a enrollar el mapa—. Vamos, caminen.
Empecé a caminar, me seguían en fila india Alex y Elliot, los gemelos, Sasha, Sebastien, y por último Lily, con Rachel pegada a ella como una lapa, las dos iban conversando alegremente. Rachel parecía muy feliz, y a Lily se le había contagiado esa felicidad. Pero yo, que podía leer los pensamientos de Rachel, no... no era nada bonito. Me dio algo de lástima. ¿Lily morir? Sería un golpe duro para algunos del grupo. Es decir, para Rachel y Sebastien, tal vez Alex. No creía que a los gemelos les importara mucho. Les dolería más por la reacción de su hermana que por la muerte en sí. En cuanto a Elliot, supongo que ya se habrán dado cuenta de qué pensaba sobre ella.
Y yo tampoco la quería demasiado que digamos. Es decir, no me caía mal. Pero no me caía bien tampoco. Me resultaba indiferente, completamente indiferente. Para mí, el que ella estuviera o no, no alteraba en nada al grupo o a la misión. No había servido para absolutamente nada. Sólo para esa estúpida poción de pureza para Sebastien, requisito de un lugar al que fuimos por equivocación. Es decir, que si nosotros nos hubiéramos dirigido a la prisión desde un comienzo, Lily no habría servido para nada. La mayor parte del tiempo había estado dormida, en un trance, no sabía pelear y siempre había alguien que tenía que protegerla. Hasta Sebastien era más útil que ella, por lo menos él sí sabía pelear.
Okay, tal vez me pasé de mala. Pero es así.
Estuvimos caminando por una hora entera, calculo. Al principio íbamos entre los árboles, pero después encontramos un camino que nos llevó directo a la ciudad. Nos detuvimos frente a unas enormes puertas de madera. Del otro lado de éstas había un puente que pasaba por encima de un río de aguas rápidas. Más allá se extendía la ciudad, con calles de piedra.
—¿Y ahora? —preguntó Lily animadamente, interrumpiendo su conversación con Rachel—. ¿Qué hacemos?
—¿Ves eso de ahí? —le señalé las puertas—. ¿Qué son?
—¿Puertas? —vaciló.
—Bravo —dije en tono de felicitación—. ¿Y qué haces cuando hay puertas frente a ti?
Se encogió de hombros.
—Pues las atraviesas —dije con tono de obviedad, y le di la espalda. Sentí la mirada asesina de Rachel sobre mí, y cuando volteé la cabeza, el semblante de Lily se había ensombrecido mientras Rachel le decía algo en broma.
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Relaciones peligrosas
Fantasy¿Qué pasaría si tu mundo se estuviera derrumbando y la única posibilidad de salvarlo sería aliándote con tu peor enemigo? Ésta es la historia de Rachel, una joven de 16 años, y de Kat, una chica de "17". El mundo está en peligro, y ellas harán lo im...