19. El laberinto (2da parte)

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Sasha

Abrí mis ojos, sin dejar de parpadear como un completo retrasado. Miré a mi alrededor y traté de levantarme, pero un tremendo dolor de estómago me hizo sentarme, atentado a que vomitaría en cualquier momento. Malditos brujos que se aprovechan de nosotros por ser menos. Voy a matar al que me haya hecho eso.

Cuando estuve estable, me levanté lentamente evitando marearme, y caminé un poco por el lugar sin prestar atención a lo que me rodeaba. Me estiré ya que me dolía todo el puto y sexy cuerpo que poseía. ¿Cuánto tiempo habré dormido en esa posición? No lo sé, pero dolía. Mucho.

Por fin enfocado, decidí observar el lugar para ver cómo salir de esta pesadilla. Las paredes eran altas, no sabría decir un número exacto, pero como cuatro yo's; y eso que era alto. Estaban gastadas y maltratadas por el paso del tiempo, supuse, y con manchas de moho y... ¿sangre? Me acerqué y posé mi mano en la pared, era fresca. Salí corriendo por la única salida que había gritando el nombre de mi hermana ¿sería de ella o de quién?

— ¿Por qué mierda gritas tanto? —Dijo una voz detrás de mí, provocándome un mini—infarto.

— ¡La puta madre, Kat! —Grité asustado al verla.

— ¡No me llames KAT! —Gritó pegándome en el estómago. Hubiera preferido que me pegara en las pelotas, habría dolido menos—. Por fin despertaste, bella durmiente —rio como si nada de lo anterior hubiera pasado. Me dio unas palmaditas en la espalda, como si eso ayudara a mi dolor y camino en dirección contraria a la que yo iba, volviendo al lugar donde desperté—. Hace como media hora que desperté, y como tú no lo hacías decidí salir a investigar.

— ¿Qué está pasando, Katheryn? —Pregunté sobándome la zona golpeada. Noté una leve tensión en ella cuando mencioné su nombre, pero trató de disimularlo. ¿Por qué mierda le molestaba?

Llegamos al pequeño lugar donde las paredes estaban cubiertas de plantas, hojas y moho, no dejándonos ver el color del cemento. Katheryn se acercó al muro que tenía manchas de sangre fresca y corrió unas plantas que colgaban desde lo alto, dejando visible unas palabras en la pared:

"Sean bienvenidos al Laberinto, extranjeros. Deberán atravesarlo completo si desean salir, pero cuidado, que todo aquí mata; no se dejen influir por las apariencias. ¡Buena suerte!"

¡¿Laberinto?! ¿Qué? ¿Todo mata? ¿Qué mierda era esto? ¿Maze Runner? Ahora iban a aparecer los "Penitentes" y nos iban a matar. Se, claro. Brujos locos.

***

Hacía como tres horas que estábamos caminando por el Laberinto con Katheryn y no encontrábamos más que pasillos eternos y otros cerrados; era una tortura, y más con el temperamento de la chica de hielo que caminaba siempre delante de mí, como si fuese el macho alfa. Mi panza comenzaba a reclamar comida, si tan solo los vampiros fueran ricos... ¿Qué digo? "Cuando hay hambre no hay pan duro", ¿verdad?

No, no podía comérmela, además la necesitaba para salir vivo, quisiera o no, dependía de ella y ella de mí. Toqué mi estómago, tratando de calmarlo pero lo único que hice fue recordarle que estaba lastimado y gemí de dolor.

— ¿Qué te pasa? —Preguntó Katheryn parando su caminata, y volteándose para verme.

Le expliqué que desde que había despertado, mi estómago me dolía como si le hubieran proporcionado una buena patada. Ella empezó a reírse por lo bajo, y cuándo le pregunté qué le pasaba se tensó. Liberó una pequeña risa incómoda y luego de desviar la mirada varias veces confesó:

—Puede ser que cuando desperté, haya tropezado contigo, me enojara y le haya dado una patada a tu estómago —dijo quitándole importancia—. Solo puede ser.

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora