27. En la noche

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Rachel

¿El Triángulo de las Bermudas? ¡¿Por qué siempre tenía que ser ese maldito lugar?! Tenía su lógica, pero... Bah, no importa, el tema ahora es, que luego de esa inquietante afirmación, Thadeus nos ordenó ir a nuestras habitaciones. Ni que fuera mi papá. Hablando de eso, lo extrañaba, extrañaba a mi padre, a mi mamá, y a Jack; las peleas, las risas y los lamentos. Todo en Haravern se trataba de escapar y sobrevivir, quería acabar con todo eso y volver a mi vida "normal". Pero no, nunca sería normal. A menos que eligiera la mortalidad, pero no quería perder mis poderes, ni menos mi lobo interior. Era una decisión muy difícil de tomar para todo Lycan, donde debías elegir entre ser un mortal, y perder todos tus poderes, o un Lycan por siempre; podrán pensar ¿y qué tiene de malo ser un Lycan completo? Pues simplemente que debías pasar un año fuera de tu hogar, en una manada completamente desconocida, sin saber si podrías volver a tu casa con vida...

—Rachel ¿estás bien? —Me asusté, pero al voltearme me di cuenta de que era Sasha—. Te ves rara.

Su cara me dio mucha gracia, extrañaba estar cerca de él, con todo lo que pasaba, hasta Katheryn estaba más unida a él. Y eso no me gustaba. Me salió del alma darle un abrazo a mi mellizo, quien puso una cara más rara aún y luego me correspondió el abrazo.

—Me estas asustando, Rachel. ¿Segura de que estás bien?

Asentí mientras reía.

Dudoso, se despidió de mí con un beso en la frente, y se fue con los chicos para sus habitaciones.

— ¿Para cuándo el incesto? —preguntó Katheryn detrás de mí.

Escuché la risita reprimida de Lily. Me giré hacia ellas y les mostré mi hermoso dedo del medio, mientras comenzaba a caminar hacia nuestra habitación, que ahora compartíamos las tres.

***

Eran como las dos de la mañana y aún no me podía dormir, escuchaba la respiración profunda de Lily, lo que me indicaba que la pelirroja dormía. Me quedé quieta intentando oír la respiración de Katheryn, pero no lo logré, ¿estaría durmiendo? En fin, me levanté de la cama, lo más silenciosa posible para no despertar a nadie y me dirigí a la biblioteca. Había algo que me llamaba la atención de ese lugar, algo que Thadeus nos estaba ocultando, y quería averiguar qué era. Salí de mi habitación con un short y una remera de Metallica (robada del guardarropas de Alex, por lo tanto me quedaba enorme), que conformaban mi pijama, es cierto que hacía frío, pero no me gustaban las cosas largas.

El castillo, por la noche, parecía más tenebroso, había antorchas a los costados de los pasillos que iluminaban tenuemente el lugar, y ruidos de cosas moviéndose. Debo admitir que en varias ocasiones quise volver, pero no lo hice, no sé por qué. Al llegar y abrir la puerta, casi suelto un grito de sorpresa al ver pequeñas luces con forma humanoide, que volaban por toda la habitación, moviendo libros de acá para allá. Una vez que me recompuse de la sorpresa, no tardé en comprender que eran hadas. Quise suponer que eran buenas o, por lo menos, no tan letales como podían llegar a ser. Fui adentrándome en la habitación con cuidado de no hacer mucho ruido, para no alertarlas. Pero cuando iba a llegar al centro, antes de apoyar mi pie en el suelo, un hada se me posó en el hombro. Vi pasar toda mi vida por delante, y cuando me saludó con su pequeña mano, empecé a gritar como loca. Sí, fui muy exagerada; pero bueh, cosas que pasan. Cuando estás en Haravern todo puede ser letal.

Al darme cuenta que todas las hadas me miraban como bicho raro, pero sin atacarme, dejé de gritar para seguir caminando. El hada seguía en mi hombro, pero no me molestaba. Caminé sin estorbar a nadie hacia el mapa de Haravern. Me incliné hacia él, tratando de observar un poco más, por si algo se me había pasado; pero no era el caso. Algo seguía inquietándome, ¡PERO NO SABÍA QUÉ MALDITA COSA ERA!

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora