Rachel
¡Ah! Malditos gérmenes, no me dejaban hablar y estornudaba cada cinco segundos. Conversé con Katheryn hasta que terminó el recreo, luego pasó la clase y llegó el momento en que nos teníamos que ir a nuestros hogares. ¿Que si yo voy a volver a mi casa/manicomio? ¡No!, hoy era el día de las clases con mi padre y Sasha... Se preguntarán: ¿clases? Bueno, pues les contaré: yo soy una Lycan, eso vendría a ser como un hombre lobo pero en su forma pura, soy de raza, por decirlo de alguna manera. Mis hermanos también lo son, pero ellos ya pueden transformarse en su totalidad. En cambio con Sasha y Jack, como aún no hemos cumplido la mayoría de edad nos cuesta. Por esas razones tenemos que entrenar. Pero Jack ni eso todavía, porque es pequeño.
Ahí me encontraba yo, caminando al lado de Sebastien, que me estaba acompañando a la entrada del bosque.
—De aquí en más sigo yo —le ordené.
—Está bien, ten cuidado...
Entré, ya familiarizada con el lugar, seguí mi instinto, que me llevaba a donde iba todas las tardes luego del instituto, mi segundo hogar: el corazón del bosque. Caminaba tranquila por el lugar, escuchaba a los pájaros, las hojas, el viento que susurraba en mis oídos, ágilmente entrenados, y el crujido de una rama, lo cual me alertó. Tomé posición de defensa y miré para todas partes.
—¡¿Quien anda ahí?! —pregunté.
—Qué idiota eres... —dijo una voz familiar. Era gruesa e imponente, muy masculina.
Otro crujido.
—Eres muy ruidoso, Sasha... —dije, ya calmada.
—Y tú una pésima Lycan... ¿Cómo te atreves a llamarte Lycan si ni siquiera puedes oler a los de tu propia raza? Aun más, tu familia. O peor... tu mellizo... —pude ubicarlo. Estaba sentado encima de la rama de un gran árbol.
—Deja de ser tan dramático, idiota, estoy resfriada. Y no te preocupes, que a mí tampoco me gusta estarlo.
—¡Ja! —rió con ironía—. Un Lycan resfriado? ¿Qué se siente? ¿No es como estar ciego?
—¡Cállate, idiota! No es agradable...
—¡Tú te lo buscaste! Eso te pasa por juntarte con humanos... Asquerosas criaturas narcisistas. —Se estremeció.
—¡No digas eso! ¡A veces son mejor compañía que un Lycan como tú! —reproché.
En seguida escuché que él bajaba de la rama, estremeciendo todo el suelo al tocarlo. Se acercó a mí con furia y tratando de intimidarme, di un paso para atrás, pero no más. Su aliento chocaba con el mío, uniéndose los vapores que provocábamos por el frío. Sus ojos verdes, llenos de odio, miraban fijamente los míos. Su pelo alborotado tapaba con pequeños mechones castaños su rostro. Su morena piel, maltratada por el sol tenía múltiples marcas, de rasguños tanto ya cicatrizadas como recientes.
—¡¿Qué te pasó?! —le pregunté preocupada, agarrando su brazo. Dejando de lado la dura mirada que me había dado, corrió su mirada avergonzado.
—No me pasó nada... —dijo sin volver a mirarme.
—¡Mírame! —le ordené. Al ver que no me obedecía, con mi mano en su mejilla, giré su rostro para que nuestras frentes se unieran. Sus ojos estaban cerrados, con pena.
—Lo siento, Rachel. No te quería tratar así... —dijo con sinceridad.
—No te preocupes, Sasha —le respondí. Mi mellizo era muy temperamental, se enojaba mucho y por casi todo. Le gustaba mostrarse fuerte e independiente, pero la verdad es que seguía siendo un cachorro, y me necesitaba tanto como yo a él. Éramos muy unidos de pequeños, y ahora también, sólo que su orgullo le impedía estar a mi lado.
—Es que ya sabes cómo me llevo con los humanos —dijo apenado.
—Lo sé. Pero hay que aprender a convivir con ellos —resoplé.
Él se sintió lo suficientemente tranquilo para apartarse de mí, cada vez que alguno de los dos se encontraba muy alterado uníamos nuestras frentes para calmarnos juntos. Me regaló una de sus lindas sonrisas.
—¿Vamos? —me preguntó extendiendo su mano. Yo la golpeé como un choca los cinco, aunque esa no era su intención.
—¿Piensas que iré junto a ti? ¿Qué te piensas? —Lucía muy confundido—. El último que llega empieza como ciego —dije empezando a correr.
Sí, ciego. Uno de los ejercicios para nuestro entrenamiento que nuestro padre nos daba era jugar al gallito ciego para entrenar nuestros sentidos. Una gran sonrisa se extendió por su cara y empezamos a correr. Le gané, obviamente como siempre, bueno no tan dignamente, había salido un poco antes que él, pero no importa. Gané. Llegue al lado de mi padre y me quedé esperando a mi hermano centésimas de segundos.
—Eso no vale —se quejó. Yo reí.
—Sí vale, tendrías que haber estado más atento —me fundamenté, cruzándome de brazos.
—¿Entonces quién empieza como gallito ciego hoy? —pregunto papá.
—Sasha —dije contenta.
—Entonces empiecen, los veré en casa. —Empezó a caminar, dejándonos solos. —Comeremos carne —nos alentó.
Con Sasha nos miramos contentos, e hicimos la señal de "hay que terminar rápido".
—Cuenta hasta 5... —le ordené.
Cuando él empezó a contar con los ojos cerrados, rápidamente desaparecí del lugar. Obviamente yo lo veía, pero él no a mí.
—Y... ¡5! —terminó. Abrió sus ojos y examinó a todo su alrededor. El objetivo del juego era poder rastrear a un enemigo que trataba de huir, por lo tanto yo debía alejarme lo más que pudiera de él.
Me moví entre las ramas altas de los árboles y cada tanto pisaba una rama seca, para que Sasha se percatara de donde estaba. Al fin y al cabo, los enemigos no eran tan silenciosos como yo podía serlo. Mi especialidad eran los sentidos, además de mi sigilo, aunque era bruta ante los humanos para tratar de disimular mis capacidades. Bueno, está bien, además era un poco bruta. Poco mucho. Pero cuando quería podía controlarme. Creo...
—Maldita —escuché a mi hermano maldecirme—, sé que te estás conteniendo. Y si sigues así no te dejaré comer la carne.
"¿Ah, sí?", pensé. "Entonces prepárate porque no me atraparás"
Corrí sin contenerme, pisé todas las ramas posibles pero, al igual que en lo demás, yo era más rápida que él, entonces no me preocupé. Cuando ya lo había dejado muy atrás paré con mi trote, exhausta me apoyé en mis rodillas respirando con dificultad, y traté de recuperar el aliento. Estornudé y pude oler, ¡pude oler!, estaba muy contenta, ya no estaba resfriada, bah, eso pensaba. En ese lapso pude oler algo que nunca había olido. Cuando me iba a subir a un árbol, para ver alrededor, escuché un ladrido. Éste era de un lobo, no de un perro, aunque es bastante parecido a los oídos de un humano. Pero el tema es de quién era el ladrido y por qué lo había hecho. Era de Sasha, y pedía apoyo.
—¡Sasha! —dije preocupada. Y salí corriendo hacia donde él se encontraba.
El olor se concentró más y llegue a verlo a unos metros. Mi hermano estaba en posición de pelea, viendo a alguien que los árboles no me permitían ver. Me abalancé sobre otra rama para verlo.
"Hermoso".
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Hola! Como están? He aquí el cap 3. Esperamos sus comentarios ♡
Comenten ¿Quién les cae mejor? ¿Rachel o Katheryn?Les dejo una foto en multimedia de mi sexy hermano Sasha ;)
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Relaciones peligrosas
Fantasy¿Qué pasaría si tu mundo se estuviera derrumbando y la única posibilidad de salvarlo sería aliándote con tu peor enemigo? Ésta es la historia de Rachel, una joven de 16 años, y de Kat, una chica de "17". El mundo está en peligro, y ellas harán lo im...