Sebastien
¡Mi culo! Mi lindo y sensual trasero dolía como si me hubiera caído sobre él unas cincuenta veces. Abrí mis ojos y observé una pierna que pasaba sobre mi estómago, siguiendo su recorrido descubrí que era masculina, habría de ser por eso que era tan peluda. En un acto de maldad, tomé un delgado pelo y lo arranqué, despertando a la bestia.
— ¡¿Qué mierda te pasa, idiota?! —Chilló Alex.
Se incorporó, dejándome libre.
—Vuelve a acostarte conmigo, lindo —bromeé tocándome el pecho sensualmente, mientras él rodeaba los ojos irritado.
No me prestó atención y empezó a caminar. Me levanté, sobándome el traste, y caminé detrás de él, siguiéndolo a no sé dónde.
— ¿Dónde estamos? —pregunté.
—No lo sé.
— ¿Hacia dónde vamos?
—No lo sé.
— ¡¿Qué no sabes nada?!
— ¡Cállate de una jodida vez! Solo cállate. —estaba enojado, logré hacer enojar a Alex, quiero mi premio. Escuché como su respiración agitada se iba calmando de a poco, mientras hacía un ejercicio de relajación.
Me quedé callado, por unos segundos:
— ¿Y ahora qué?
No me respondió. Empezó a caminar, nuevamente, y lo seguí. Fuimos por unos pasillos largos, hasta que el camino se dividió en dos. Se quedó pensando unos segundos, cuál tomar, hasta que se decidió por el derecho. Recién entramos, nos dimos cuenta de que no tenía salida, solo una pared mohosa, llena de plantas colgando de quién sabe dónde.
—En fin, ni modo. Vayamos por la izquierda —suspiré.
Pero él no se retiró, en cambio, se acercó a la pared. Con su mano corrió las enredaderas y murmuró una maldición. Soltó las plantas y se dispuso a irse, pero antes de que se alejara demasiado, me acerqué para ver lo que había visto.
En la pared se podía ver la siguiente inscripción:
"Sean bienvenidos al Laberinto, extranjeros. Deberán atravesarlo completo si desean salir; pero cuidado, que las paredes pueden moverse."
¡Qué escalofriante!
Corrí tras Alex, gritando su nombre, como el macho pecho peludo sensual que soy.
Caminamos por, lo que seguramente fueron, dos horas sin descanso. Fue una tremenda tortura, más con Alex, que no me dirigía la palabra, ni me contestaba; después de media hora me rendí ante la opción de hablarle. Luego de una larga eternidad, por fin me habló, solo que no me gustó el tono de su voz.
— ¿Escuchaste eso? —Preguntó alarmado.
— ¿Qué cosa? —Callé para escuchar mejor, mientras me acercaba a él tomando posición de pelea—. No escucho nada.
—Exacto. Nada. A eso se le llama silencio, Sebastien; aprécialo.
¡Maldito larguirucho!
—Alex.
No me contestó.
—Alex.
Siguió en silencio.
— ¡Alex!
Se volteó hacia mí enfurecido:
— ¡QUÉ!
—So.
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Relaciones peligrosas
Fantasy¿Qué pasaría si tu mundo se estuviera derrumbando y la única posibilidad de salvarlo sería aliándote con tu peor enemigo? Ésta es la historia de Rachel, una joven de 16 años, y de Kat, una chica de "17". El mundo está en peligro, y ellas harán lo im...