9. Dolorosos recuerdos

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Sasha

Ese hijo de mil puta, ese pelotudo que nunca debió de haber nacido. ¿Por qué debieron hacerlo inmortal a ese maldito? ¡Yerba mala nunca muere! Bueno, creo que exageré un poquitín, pero sí quería matarlo por hijo de...

Me había encontrado en el medio del bosque con Elliot, el maldito vampiro había lastimado a una joven inocente y me enfurecí. Me convertí en lobo y me avalansé sobre él, cuando, en el medio del aire, alguien se abalanzó sobre mí y rodamos por el suelo.

—¡¿Qué mierda?! —exclamé al parar de rodar. Sin abrir mis ojos, rasguñé a mi atacante para que saliera de encima.

Escuché un gemido de dolor. Me agarró mis muñecas y las colocó contra el suelo, impidiéndome moverlas.

—¡Basta, Sasha! —gritó impaciente.

En ese momento abrí mis ojos. Dejé de forcejear y mi alma se destruyó. Mi hermana estaba encima mio, con un rasguño en su mejilla que sangraba. Una gota cayó a mi frente. Había lastimado a Rachel cuando prometí que nunca más lo haría. Había roto mi promesa. Sus ojos reflejaban tristeza y recuerdos dolorosos.

Rachel

Sasha dejó de forcejear. Quité mi agarre de sus muñecas y me levanté. Había llegado antes que los demás, y al ver que estaba a punto de atacar a Elliot me dio miedo y lo evité. Nunca pensé que me lastimaría, muchos recuerdos afloraron en mi mente cuando lo hizo. Dolorosos recuerdos. Sasha se levantó solo y se acercó a mí, sin saber qué hacer, pero me alejé. Miré sus ojos y tenían una terrible culpa, por lo cual corrí mi vista al suelo. Instantáneamente llegaron los demás, un poco agitados. Me acerqué a Alex, quien se había quedado un poco apartado, pero igual atento a cualquier cosa que pudiera pasar. Pasé mi mano por mi mejilla llena de sangre. Mi hermano ya me había tratado la herida del brazo, y, por lo tanto, no me dolía mucho, pero aún sentía un pequeño ardor. Mi padre se acercó a Elliot, y Katheryn también.

—Yo no hice nada —exclamó el vampiro, levantando sus manos—, sólo estuve en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

—No te preocupes, Elliot —dijo Katheryn poniéndose a su lado—, ellos saben que no fuiste tú. Ya les expliqué el por qué estábamos en el bosque. Nos creyeron y nos dejarán ir.

—¡¿Qué?! —chilló Sasha— ¿Les creerán?

—Sí —sentenció mi padre firmemente, callándolo. No emitió más palabra.

—Gracias, señor —dijo Elliot con una reverencia y, junto con Katheryn, desaparecieron de nuestras vistas.

***

—Llegué lo antes que pude —dijo Sebastien entrando de repente a mi habitación por la mañana.

—¡Idiota! —le grité y le arrojé un almohadón a la cara. Recién había salido de la ducha y me faltaba ponerme la remera.

***

—¿Qué haces sentado en la puerta de Rachel? —le preguntó Alex a Sebastien, cuando pasaba por mi puerta. Mientras me estaba cambiando, los escuchaba del otro lado de la puerta.

—Rachel me tiene castigado aquí afuera —oí que decía mi amigo.

—¿Entraste cuando se estaba desvistiendo? —dijo la voz de uno de los gemelos.

—¿O peor, cuando se estaba vistiendo? —dijo el otro. Sus voces eran exactamente iguales, pero se habían superpuesto, así que supe que estaban los dos allí.

Algo debió decir Sebastien, o indicar con un gesto, pues se escuchó un "tssss" de reprobación.

—Te dolerá —dijo uno.

—Te dolerá mucho —le siguió el otro.

Abrí, instantáneamente, la puerta, para que mis hermanos dejaran de torturar mentalmente a mi amigo, y vi como Sebastien se levantaba en un segundo para verme y pedirme perdón. No dejé que hablara, lo agarré de la remera para tirar de él y lo metí en la habitación. Pero antes de cerrar la puerta me asomé y les susurré a mis hermanos:

—Sí que son malos, idiotas —les saqué la lengua y cerré de un portazo. Escuché la risa de los gemelos del otro lado.

Miré para otro sitio y estaba mi amigo, callado, sentado correctamente en mi cama, justo en el borde; como si esperara para su castigo. Me acerqué a él y me tiré boca abajo en el colchón. Él tenía una camisa y unos jeans, porque había faltado al colegio para venir a visitarme, por eso era mi mejor amigo, aunque no sepa tocar la puerta, yo lo quería. Yo estaba con musculosa, unas bermudas y descalza, nunca me gustaron las medias. Luego de unos minutos de estar moribunda recostada allí, él me empezó a acariciar la espalda, y luego agarró mi brazo.

—¿Qué te pasó? —preguntó asustado.

Me incorporé en la cama sentándome junto a él y miré lo que él miraba. Era mi cicatriz de la herida, que me había hecho la noche anterior con la rama, que no terminaba de sanar. Toqué el lugar y Sebastien hizo un gesto de dolor.

—Soy yo la que tiene la herida, no tú —le recordé.

—¿No te duele? —se acercó para mirarla mejor.

—Es soportable, gracias a Alex que me trató a tiempo —me encogí de hombros—. ¿Qué más da?

Se me quedó viendo fijo a los ojos, lo cual me incomodaba, y luego posó su mano en mi mejilla y me acarició con el pulgar. Un ardor hizo que quitara el rostro con un movimiento de dolor y recuerdo que ahí fue donde Sasha me había rasguñado. Volví a recostarme, enterrando mi cara en la almohada.

—Sabes que no lo hizo intencionalmente ¿verdad? —me preguntó acostándose a mi lado, pero boca arriba—, él te quiere mucho, nunca lo haría a propósito.

Giré mi rostro y lo vi de reojo. Me miró con diversión, corrió un mechón de pelo que caía tapándome la vista y levantó sus brazos para que usara su pecho de almohada, y eso hice.

—Lo sé —digo, aún con melancolía—, pero muchos recuerdos vinieron a mi mente en ese momento.

—Sí, me contaste —me empezó a hacer mimos en mi cabeza—. En su primera transformación te hirió de gravedad y casi mueres. A partir de ahí se prometieron nunca más lastimarse y se volvieron más unidos.

—En resumen —dije un poco molesta por lo abreviado que lo había hecho—. Gracias por venir, Sebastien.

—De nada, linda —dijo riendo, haciendo que vibrara todo su pecho. 

Cerré los ojos, en la noche no había podido dormir bien y gracias a la seguridad que me transmitía, podía hacerlo ahora.

*********

¡Hola! Les dejo en multimedia a mi querido Sebastien.

Relaciones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora