La sala de fumadores de Henry era una oda a la indulgencia. Ricas cortinas de terciopelo adornaban cada ventana en un profundo color burdeos, combinándose con los sofás dobles contra las paredes. Una mesa de café de vidrio con libros desgastados encima yacía en medio de la habitación, principalmente por motivos estéticos, con ceniceros para facilitar el vicio facil.
Ni siquiera esa habitación estaba fuera del alcance de la destreza artística de Zizi, luciendo al menos tres pinturas en tinta diferentes, que iban desde lo extraño hasta lo macabro. Por supuesto, también había a mano una barra de licores totalmente equipada, así como un humidor y algún que otro bol de anacardos.
Una vieja radio de madera tocaba un blues animado, con la voz áspera de Louis Armstrong por encima de cada instrumento. El humo de su cigarro, mezclado con el sabor a roble del whisky en su boca, le dejó a Henry un regusto almizclado en la lengua. Un gusto adquirido que le llevó años desarrollar.
Murray fue el primero en hablar, como siempre. —Entonces, parece que la niña se está ajustando bien a la nueva dosis.
—¿Niña?
—¿Zizi? Tu esposa. Ojos grandes, chiquita, huele a menta y duraznos.
—Lo sé, lo sé. Sí, ella está bien —dijo Henry con desdén mientras arrojaba el cigarro sobre el cenicero—. Pero, la nueva medicina la está haciendo un poco...
—¿Despistada? —dijo Murray.
—Iba a decir 'ida' —espetó Henry, interrumpiendo a Murray—, pero sí, supongo que sería justo decir despistada. Ella permanece despierta más tiempo y, según Jennifer y Jacobo, sus episodios de narcolepsia se han reducido. Parece sufrir algo de desorientación después de despertarse.
Murray tomó un sorbo de su vaso, saboreando el sabor por un momento. —Bueno, le diré a los peones mal pagados en el laboratorio que ajusten la fórmula. Aún así, no puedo quitarme la sensación de que la estamos usándola como un conejillo de indias.
Murray no estaba del todo equivocado.
Zizi sufría de narcolepsia crónica, con ataques de cataplejía. Eso significa que cada vez que tenía emociones fuertes, ya sea risa, pavor, ansiedad, cualquier cosa, sufría una repentina pérdida de control en sus músculos, convirtiendo a la persona en un muñeco de trapo humano. Pérdida total motriz, todo en un chasquido de dedos. ¡Qué vida más espantosa!
¿Se podría arreglar? No. Solo controlada por un desfile de pastillas que tenía que tomar todas las mañanas y asegurarse de no recordar nada gracioso mientras bajaba las escaleras para no romperse los huesos cuando su cerebro decida que es hora de dormir automáticamente. Pero Henry estaba haciendo lo mejor que podía para al menos reducir la cantidad de píldoras que tomaba todas las mañanas. Todo por amor a su esposa.
Que pudiera ganar algo de dinero extra con nuevas medicinas para eso era un extra. Por supuesto, todo fuera de los libros. Los federales nunca habrían aprobado tales pruebas humanas.
—Haz eso. ¿Trajiste el discurso revisado para mañana?,
A Henry no le gustaba mucho la charla ociosa. Todo negocios, nada de juego.
—Mierdasion. Sabía que había olvidado algo. Está en mi escritorio. Llamaré a alguien para que lo recoja.
Mientras Murray jugaba con su teléfono, una cabeza se asomó por la puerta, con otra cabeza más pequeña asomándose por debajo. —Toc toc —dijo Zizi con una sonrisa—.La cena está lista, muchachos. Lávense las manos antes de sentarse acá. Y abran una ventana, que no esta humeando carne aqui
Riendo como un niño pequeño que entra en una casa del árbol con un cartel de "No se permiten chicas," Zizi abrió uno de los cristales de la ventana, dejando entrar el frio aire invernal. Se quedó sin aliento ante la vista de la calle nevada mientras las huellas de los autos que pasaban marcaban la nieve fresca.
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Un Beso De Ensueño - Temporada 2
Mystery / ThrillerLa muerte de la esposa de un magnate farmacéutico trae a un cártel de drogas en ascenso, una fuerza policial comprometida y un director ejecutivo deprimido en un curso de colisión para controlar un nuevo opiáceo mortal, Ensueño, que te hace soñar de...