El Swing Del Diablo - Dueto

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Graham se había olvidado del tráfico de media mañana al llegar al trabajo, sin mencionar que gracias a sus agitadas actividades del día anterior, también se había olvidado de llenar el tanque de la patrulla. Llegó media hora tarde al trabajo. Normalmente, eso no importaría tanto—a Dara no le importa un pepino quién llegaba cuándo, siempre y cuando las cosas se hicieran a tiempo, pero él había recibido un mensaje a las tres de la mañana ordenándole que llegara temprano ese día. Todavía podía sentir las uñas de Dara en su garganta. Caminaba por una cuerda floja con ella y soplaban ráfagas.

Cuando logró llegar, corrió lo más rápido que pudo hacia la oficina de Dara, haciendo todo lo posible por ignorar las miradas de su compañeros de trabajo. Prácticamente embistió la puerta para entrar, a pesar de que la puerta estaba abierta para empezar. Para su sorpresa, no fue el único convocado allí. El oficial Jonah Eriksson, Maria Méndez e incluso el detective O'Donnell estaban en la habitación, todos mirándolo, todos en el bolsillo de la familia Lynch. Sentada en su alto castillo, Dara lo miró fijamente, dándole su habitual sonrisa que nunca se traducia realmente en el resto de su rostro.

—Nuenas tardes, Dunne —dijo, apoyándose en su escritorio para enfatizar—. Ahora que todos están aquí, tenemos que discutir algunos asuntos, principalmente, cómo nos lo están metiendo por el culo —dijo, golpeando su puño en la mesa con una ira inusual.

Todos en la sala se animaron de inmediato, moviéndose incómodos en su lugar, intercambiando miradas incómodas entre ellos.

—Tal vez quieras cerrar esa puerta, Dunne —dijo mientras señalaba hacia atrás. Todos afuera estaban mirando dentro de la oficina, regresando a sus deberes tan pronto como fueron vistos. Graham cerró rápidamente la puerta, acallando el ruido exterior.

Dara se puso de pie, caminando hacia un pequeño estéreo al costado de la oficina. Con solo presionar un botón, una pista de gaita desagradablemente fuerte comenzó a sonar. Hizo señas a todos para que entraran, acurrucándose como un equipo de fútbol entre jugadas. —Perdón por eso, pero no sé quién podría estar escuchando.

Todos compartieron una mirada de confusión, preguntándose qué estaba pasando.

—Ahora, los convoqué aquí porque estamos metidos hasta la coronilla en mierda. Anoche, Klein estaba patrullando la escena del crimen cuando recibió una visita de Asuntos Internos y...

—¿A.I? —preguntó Eriksson, siempre interrumpiendo—, eso es imposible. Ellos saben mejor que meterse con nosotros.

—Sí, sobre eso —dijo Dara—, no hay nosotros ahora mismo. Los estoy dejando ir.

—Espera, ¿qué diablos significa eso? —preguntó O'Donnell, jugueteando con su bigote.

—Significa que, hasta que esto pase, tenemos que pasar desapercibidos—, agregó Méndez.

—Bingo, Méndez —dijo Dara—, o al menos, en cierto modo. No vendrán nuevos trabajos de nosotros. No nuevas comunicaciones. No nueva chamba. Nada. Cero. Zilch. Estamos en modo apagón hasta que averigüemos qué está pasando. Pero tienen tarea para completar durante el recreo.

Los acercó a ella, susurrando lo más bajo posible. —Como dijo Eriksson, esta mierda no debería pasar. Tenemos suficiente basura sobre todos en los altos mandos para mantenerlos callados, a menos que...

—Tienen mierda sobre nosotros, ¿verdad? —interrumpió Eriksson.

—Sabes, estoy cansadita que me interrumpas. ¿Puedes dejarme terminar aquí? —dijo Dara con su mejor sonrisa, agarrando a Eriksson por la nuca. Él asintió, mirando al suelo avergonzado.

—Bien. Pero sí, lo más probable es que tengan algo sucio sobre nosotros. La vaina es, no dejamos suciedad. Alguien les está dando información, y viene desde adentro.

Un Beso De Ensueño - Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora