Linda lideró al grupo a través de los estrechos pasillos del hotel. La sala de conferencias que había procurado era la última del pasillo más largo, lejos de miradas indiscretas.
El único sonido que se escuchaba era el de sus pisadas amortiguadas en la alfombra, pues la tensión en el aire era palpable. Justo en frente de la puerta, un hombre alto y malhumorado con traje montaba guardia, haciendo un saludo militar al grupo tan pronto como se acercaron a la puerta.
El general le devolvió el saludo de la mejor manera que le permitía su rígido traje.
—Sr. White —dijo el general—, este es el teniente López. Él estará de guardia durante esta... cosa que vamos a hacer. Espero que no le importe.
—Para nada. Esperábamos que algo así pasara —dijo Henry, mintiendo. Sabía que este movimiento suyo era bastante arriesgado y era preferible hacerlo sin testigos. —Linda, por favor...
Linda asintió, abrió la puerta e hizo pasar a la gente al interior.
La sala ya estaba preparada para la demostración. Un portasueros se encontraba entre una silla en el medio de la habitación y un maletín de plástico negro con el logotipo de Geber. Aparte de una mesa de aspecto barato y unas cuantas sillas acolchadas, la sala de conferencias no tenía ningún otro mobiliario. Un pequeño altavoz bluetooth estaba encima de la mesa conectado a un teléfono.
El General se sentó en un lado de la mesa y el resto lo hizo en el lado opuesto, excepto Linda que se quedó al lado del portasueros.
Las suposiciones anteriores de Henry fueron rápidamente desmanteladas, ya que los gestos amistosos del general desaparecieron en el momento en que ocupó ese asiento. Se inclinó hacia delante y apoyó los codos en la mesa sin romper el contacto visual con Henry. Fue el General quien lanzó el primer puñetazo.
—Voy a ser breve. Ya nos reunimos con Glocal y llegamos a un acuerdo más que beneficioso. Sus muchachos nos enviaron sus números, y no voy a endulzarlo, no me fufan. Es un montón de dinero por el mismo trabajo que hace Glocal por centavos.
Y tampoco se anduvo con rodeos. Los peores temores de Henry se habían hecho realidad: Glocal se les había adelantado en la meta. Sintió que un ataque de ansiedad se apoderaba de él, pero la voz burlona de Jabin le recordó el movimiento más importante de todos.
Quinto movimiento: Acelera y no parpadees. El que amaga primero, pierde. El General lanzó ese puñetazo para hacerlo parpadear, pero no estaba dispuesto a darle la satisfacción.
—Parece que ya tomó su decisión antes de reunirse con nosotros —comentó Henry—, pero dudo que haya sacado tiempo de su apretada agenda solo para decir que no. Vino aquí por una razón. Vino aquí para estar convencido.
El General quería decir algo, pero Henry no lo dejo ni respirar y siguió hablando. —No somos una marca de imitación que hace píldoras baratas en una fábrica asiática que explota niños y mujeres: somos lo mejor de lo mejor. Nuestra tasa de éxito es mucho más alta que cualquier otra marca más barata, incluido Glocal. No queremos aburrirlo con nuestras métricas que ambos sabemos que son impresionantes. Sabes que somos los mejores. Si no, ¿por qué aceptar reunise con nosotros?
El general se recostó en su asiento, absorbiendo lo que dijo Henry. Su postura defensiva estaba rota. Ahí estaba la apertura que Henry estaba buscando. Henry esperó pacientemente su respuesta: la pelota estaba ahora en el lado de la cancha del General.
Después de lo que pareció una eternidad, el General habló, más bajo que antes. —Cuéntame cómo funciona su medicina. Mandrakxin.
Henry sacudió su dedo juguetonamente. —Recuerde, ahora es Ensueño, por razones de marketing. No queremos que nos confundan con un producto inferior. Y, por supuesto, hemos preparado una demostración para usted. Linda, puedes proceder.
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Un Beso De Ensueño - Temporada 2
Mystery / ThrillerLa muerte de la esposa de un magnate farmacéutico trae a un cártel de drogas en ascenso, una fuerza policial comprometida y un director ejecutivo deprimido en un curso de colisión para controlar un nuevo opiáceo mortal, Ensueño, que te hace soñar de...