El Blues Del Vagabundo ~ Arpegio

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—¡Despierta, comemierda!

Graham sintió un dolor agudo en la nariz cuando un libro voló directamente hacia él y lo golpeó de lleno en la cara.

—Que-

Protegiéndose la cara con un brazo extendido, se frotó los ojos rojos para quitarse el sueño con la mano libre.

—¡Quítame las esposas, ahora! ¡Hazlo, chupapija! —gritó Anna desde el otro lado de la habitación, arrojando otro libro a Graham.

Miró el reloj digital en la mesa de café. Decía "7:37 AM." Eso significaba que durmió menos de dos horas desde que regresó de su incursión a los muelles. Como medida de seguridad, dejó a Anna esposada al radiador antes de irse como la drogadicta que es para protegerla de hacer algo estúpido. Tuvo que apagarlo para evitar cualquier incidente, haciendo que la habitación estuviera terriblemente fría.

Graham de repente se dio cuenta de que no le quitó las esposas cuando regresó, y ella estaba furiosa.

Echando un vistazo alrededor del sofá, había más de unos pocos libros amontonados en el suelo. Había tratado de despertar a Graham arrojando cualquier cosa que pudiera alcanzar. Su muñeca esposada estaba ensangrentada y en carne viva, mientras que el resto de su cuerpo temblaba.

Graham saltó del sofá, sintiendo la alfombra helada en las plantas de sus pies mientras corría hacia Anna. Tan pronto como él logró liberarla, ella le lanzó un puñetazo y lo golpeó en la ingle.

—Tenías un trabajo, Graham. Un, trabajo, ¡y te las arreglaste para cagarlo! Solo tenías que cuidarme. Simple. ¿Qué carajos te pasa? ¡Podría haber muerto!

—Lo s-s-s —tartamudeó Graham. Su mente aún no estaba completamente despierta.

Anna comenzó a empujar al tartamudo Graham fuera del apartamento, haciéndolo chocar contra los muebles de la habitación, lo que se sumó al desorden que había hecho antes.

—¡Vete y no te atrevas a mostrar tu cara de nuevo! —gritó Anna, abriendo la puerta y empujando bruscamente a Graham a través de ella.

Graham se quedó sin palabras. Lentamente se frotó los ojos tratando de procesar lo que acababa de pasar. Anna lo había echado a la calle cual perro sarnozo. Con todas sus cosas adentro.

—¡Abre, Anna! ¡No seas así! —gritó, golpeando la puerta con la palma abierta. Ninguna respuesta—. ¡Anna! ¡Por favor, abre! Lo siento, ¿de acuerdo? Tuve una emergencia. Tenía que mantenerte a salvo mientras no estaba.

Silencio, una vez más.

Golpeó la puerta aún más fuerte, golpeando con todas sus fuerzas. —¡Anna! ¡Jesús Cristo, abre! ¡Dije que lo sentía!

La puerta al otro lado del pasillo se abrió. Un anciano con una túnica roja salio arrastrando los pies en el pasillo mientras agitaba un bastón. Era el señor Jerico, el vecino de al lado.

—¡Deja de parlotear o llamo a la policía! —espetó.

Graham no estaba de humor para tratar con él. —Soy un oficial de policía. ¡Por favor, regrese y ocúpese de sus propios asuntos!

—¡Asqueroso vagabundo! —respondió el Sr. Jerico, apuntando con su bastón a Graham—. Llamaré a la policía. Quédate quieto.

Y con ese último grito, volvió a su apartamento.

Graham trató de abrir la puerta a golpes, pero de alguna manera, su ira se fue con el Sr. Jerico. Puso su frente sobre la puerta, susurrando suavemente.

—Por favor, Anna. No tengo adónde ir. No me hagas esto. Lo siento. No quiero quedarme sin hogar otra vez. Por favor.

Parecía haber funcionado, ya que escuchó un suave movimiento detrás de la puerta. Graham contuvo la respiración, esperando que sucediera algo.

Un Beso De Ensueño - Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora