El Fandango Mortal ~ Vals Para Zizi(Charrasqueo_

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Donde, quién, por qué, fueron cosas que Adrian intentó decir, pero el nudo en la base de su garganta pareció endurecerse cuanto más miraba al doble frente a ella. La forma en que su cabello rebelde caía en cascada por su espalda; sus ojos penetrantes, como de fiera al acecho; todo era extraño. Incluso su postura encorvada, de la que siempre se sintió consciente, fue replicada al pie de la letra. Esta Adrian falsa incluso jugueteaba con su anillo de bodas con el pulgar, un tick nervioso que aparecio después de que Mimi falleciera.

Adrian agarró la silla de Adrian y con algo de esfuerzo la puso nuevamente en posición vertical. —Listo —dijo Adrian—, ahora podemos hablar. Creo que estabas a punto de hacerme una pregunta.

Con la boca algodonosa, Adrian logró comunicarse con una voz que no se parecía mucho a la de ella. Era gruñóna, ronca y seca. —¿Quién eres?

—Soy el fantasma de las Navidades pasadas y estoy aquí para darte un regalo —dijo la aparición con una sonrisa en blanco.

Adrian se dirigió al fondo de la habitación, detrás de la espalda de Adrian, y comenzó a mover algo que Adrian no podía ver, pero sí oír. Fue un chirrido agudo, como una especie de objeto metálico arrastrado sobre las baldosas de cerámica. Adrian sintió como si le estuvieran clavando mil clavos en los oídos, haciéndola ver blanca por un segundo. El sonido se detuvo justo a su lado, donde pudo ver que era una silla de metal, igual a la que ella ocupaba.

—Ups —se burló Adrian—, olvidé que éramos sensibles al sonido. Bueno, tú más que yo, dado tu estado.

—¿Que estado?— preguntó Adrian, tratando de zafarse de sus ataduras, sin exito alguno. Estaba bien asegurada—. ¿Qué regalo?

Con una suave caricia en la mejilla, Adrian la tuteo como a una abuela. —¿No nos dijo mamá que siempre debemos tener paciencia? Arruinarás la sorpresa.

Su mano estaba demasiado cerca de la boca de Adrian y, sin pensarlo, esta le mordió la mano, o al menos intentó hacerlo. Adrian Se alejó rápidamente, dándole una risita burlona.

—Oh, eres una fierecilla.

—¡¿Quién eres?! —gritó Adrian con lo mejor de su voz tensa—. ¡¿Dónde estamos?! Déjame ir, o te juro por Jesús que te romperé el cráneo. ¿Sabes siquiera con quién te estás metiendo?

Adrian pudo ver cómo el rostro de su doble pasó de una sonrisa a un ceño solemne. Sus ojos se convirtieron agudos como dagas, mirándola con toda la fuerza que su pequeño cuerpo le permitía. A Adrian se le puso la piel de gallina al sentir que, por segunda vez en el día, la figura la miraba más como una presa que como un ser humano.

—Sé con quién me estoy metiendo.

Adrian se puso de rodillas, apoyando ambos brazos sobre las rodillas de Adrian. Adrian sintió sus brazos fríos y distantes, como invasores en su cuerpo.

—Nuestro nombre es Adrian Avalyn Sauer —Adrian comenzó a decir—. Nacimos en Clayton, California. Cuando éramos niñas queríamos ser cazadoras de fantasmas.

—Basta —dijo Adrian, retorciéndose en su asiento.

—Nuestra familia se mudó a Massachusetts cuando teníamos diez años. Nuestro padre fue trasladado a la sucursal principal de su empresa en la ciudad de St. George. Allí conocimos a nuestra futura esposa.

Los ojos de Adrian se abrieron desorbitados por el pánico. —¡No te atrevas a decir su nombre!

—Mimí. Hermosa Mimí. Amable Mimí. Nos casamos a los veintidós, bajo el árbol Nevermore, el mismo árbol del que nos hicimos esta cicatriz —dijo mientras señalaba una pequeña cicatriz en la base de su barbilla.

Un Beso De Ensueño - Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora