Era 1985 cuando sus caminos se cruzaron.
Estaba destinado a ser.
Dos jóvenes enamorados en una época sanguinaria para los suyos, la aceptación y la negación estaban colgando de un hilo.
¿Por qué si TaeHyung era tan correcto y religioso tuvo que top...
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"¿Qué hay de mí? No es justo He tenido suficiente, ahora quiero mi parte" —What about me?
Estaba seguro de que su despertador sonaría en algunos minutos, así que sonrió.
Eso hacía a menudo, sonreír a un nuevo día. Era estúpido, pero no recordaba el sentimiento de vacío, no con JungKook a su lado.
Estaba sometido en la extensión de esos ojos profundos y oscuros que poseía el joven que robaba cada uno de sus suspiros.
Cuando por fin se levantó, fue a la ducha, sus dedos aún dolían por las pequeñas raspaduras que el lápiz había dejado en ellos, porque ahora pasaba más tiempo en su sótano. Si no era en su habitación, con JungKook o sus amigos, se sumergía en ese espacio que había nombrado como suyo. Era como su sitio seguro dentro de ese lugar.
Había avanzado mucho con su dominio en el piano, no tenía un conocimiento estructurado, pero se mantenía a flote estudiando por su cuenta, leyendo, practicando, tratando de escribir en esas hojas gastadas.
"Si la oscuridad hablara, revelaría los secretos, somos un pedazo de noche, las estrellas las tienes tú. Cuando llamé a tu puerta jamás pensé que contestarías, ahora miramos, bailando en un estanque del llamado paraíso perdido. Disfruto, ¿dónde está mi arrepentimiento? Lo perdí de vuelta a casa. "
Sus letras habían cambiado de forma radical, estaba consciente, porque mientras antes hablaba de un vacío disfrazado de poesía, ahora escribía párrafos enteros con dedicatoria.
Sonrió una vez más al recordar que había pasado unos días excelentes con JungKook. Podía decir que respiraba con seguridad, ya no era un espacio perdido en el mundo, ahora conocía a donde iba, ahora trataba de tomar las riendas.
Cuando estaba terminando de acomodar su uniforme para que luciera implacable, alguien llamó a su puerta, miró confuso la madera antes de responder.
—Adelante. —la figura se rebeló. —Padre, buenos días.
Le sonrió sin poder evitarlo. Involuntariamente, quería compartir su felicidad, aun cuando no pudiera decirlo en voz alta.
—Buenos días, TaeHyung. —respondió el hombre. —Dos cosas, pon mucha atención. —habló con demanda. —Te quiero temprano en casa, tendremos una plática. Segundo, hoy te llevaré a la escuela, así que tómate tu tiempo y no salgas corriendo como loco, ¿estamos?
Aun cuando hablara tranquilo, estaba seguro de que él no tenía una opinión, al menos no una que valiera.
—De acuerdo. —dijo e hizo una reverencia cuando su padre salió.
