Era 1985 cuando sus caminos se cruzaron.
Estaba destinado a ser.
Dos jóvenes enamorados en una época sanguinaria para los suyos, la aceptación y la negación estaban colgando de un hilo.
¿Por qué si TaeHyung era tan correcto y religioso tuvo que top...
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"Nada puede llenar el espacio, no te pediré que te quedes, pero déjame preguntarte una cosa ¿cuándo te enamoraste? " —Out of love.
"—¿No sientes asco de lo que soy?
—Deja de agachar la cabeza, es hora de sentirse orgulloso de quién eres. "
Su sangre había dejado de bombear con normalidad, había un gran vacío, como una grieta expansiva.
El vacío que sentía no era ninguna broma, como tampoco el pesar de sus hombros al cargar con esa imagen por tanto tiempo.
"—E-Esto está mal. —dudó. —Me castigarán.
—Cuando Dios dijo "amen al prójimo" jamás especificó géneros, entonces fue su error, no tuyo. "
No, él no estaba bien.
Ahora lo sabía, porque el primer paso para superar los problemas era aceptándolos, y él había tardado demasiado en hacerlo.
Vivía en un cuento de monstruos disfrazado de hadas y colores rosas, pero ya no podía más.
No podía seguir fingiendo ser un príncipe azul cuando no era uno, y tampoco quería serlo, estaba harto de cargar con esa capa.
Él solo quería ser TaeHyung, sin la pesadez de su apellido.
"—N-No puedo r-respirar... —se daba pequeños golpes en el pecho.
—Hazlo conmigo, vamos Tae, tú puedes. —lo tomó por los hombros. —Siente el aire, siente el sabor de la libertad. "
Min YoonGi tenía razón, solo él podía liberarse de esa jaula en la que se había encerrado con miles de candados.
La sociedad estaba dañada, pero era su decisión seguirla o armar un propio criterio, TaeHyung estaba comprendiéndolo, pasó tanto tiempo en silencio que cuando Jeon JungKook había hecho ruido, él se escondió por miedo.
Cuando JungKook le mostró los colores, él huyó y se refugió en algo que no era, se disfrazó en su padre para lidiar con sus problemas y sentimientos.
Pero él no era Kim TaeYang y jamás lo sería.
"—Ellos me matarán...
—Entonces que no se enteren. "
Y ahora sabía que no podía tener mejor compañero de vida que Min YoonGi, él le había demostrado que los amigos sí podían ser verdaderos, le mostró que había más de una forma de amar.
Le enseñó que amar no es pecado y él no era un pecador por sentirse así, YoonGi fue el hombro donde lloró, lamentó y negó demasiadas veces.
No había sido una charla corta ni mucho menos fácil, pero había dado el primer paso. Era lo importante, porque con pequeños pasos se aprende a correr.
