Capítulo 15

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Nora Sánchez

Miles de llamadas perdidas hacen que me despierte de madrugada, cuando cojo el móvil y veo el nombre en la pantalla, mi corazón da un vuelco.

Son de Eros.

Intento no contestarle, apagar el móvil y volver a dormir pero realmente mi preocupación y mis ganas de escuchar su voz ganan.

LLAMADA TELEFÓNICA

—¿Si, Eros?

—Nora.— dice un tono bastante contento. Está borracho. —Contigo quería hablar.

—¿Estás bien? ¿Dónde estás Eros?

—Perdido en el mundo.

Un minuto de silencio se crea en la llamada.

—Si querías darme celos con la foto lo has conseguido, estoy celoso, muy celoso... no quiero que nadie más que yo te toque ¿vale? Solo puedo besarte yo, solo puedo follarte yo, solo yo puedo provocar en ti lo que nadie ha provocado nunca.

—Eros..

—No, cállate y déjame terminar.— escucho como le entra hipo. —Te odio Nora, te odio tanto por ser así conmigo, por hacerme creer que si puedo querer a alguien. No me gusta como me haces sentir.... Odio esta sensación.

De repente la llamada se corta y me quedo congelada.

¿Acaba de decirme, lo que creo que acaba de decirme?

Coloco las manos en mi rostro y lloro, no sé si es de emoción de haber escuchado de su boca que siente algo por mí o por el mero hecho de estar haciéndole daño, yo nunca he sido buena en esto, nunca me ha gustado hacerle daño a nadie.... Y mucho menos a él.

Lo quiero tanto que no puedo verlo mal.

Insisto en llamarlo, pero mis llamadas se van directamente a su buzón de voz.

—¿Mamá?— doy golpes a su puerta. —¿Puedes despertarte, por favor?

—Pero bueno hija ¿qué horas son estas de llamarme?— mi madre abre la puerta con los ojos entrecerrados.

—Necesito tu ayuda mamá.

—¿Qué pasa?

—Tienes que llevarme a la discoteca Sex and Sex.

¿He oído bien?— coloca su dedo índice en la oreja. —Será mejor que vuelvas a la cama Nora.

—Eros me ha llamado borracho y temo que le pase algo ¡por favor!— replico.

Mi madre asiente, mientras un bostezo se escapa de su boca.

—Está bien... dame cinco minutos.

—Gracias mamá.— le doy un beso en la mejilla y sonrío. —Eres la mejor madre del mundo.

5 minutos después estamos en el coche, de camino a la discoteca.

—¿Se puede saber que hace Eros en esa discoteca, y a estas horas?— pregunta mi madre.

—No sé.— me encogo de hombros.

Vamos Nora, si sabes.

Nora, no soy tonta.— me mira de reojo unos segundos y luego vuelve a mirar la carrera.

—Eros... es así.— toso para aclararme la garganta y miro por la ventana del coche. —Si algo en su cabeza no va bien necesita salir y beber.

—Pobre niño, no levanta cabeza desde la muerte de su madre.

Besos en Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora