Capítulo 43

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Eros Milton

—Eros..

—Me estás tentando, pelirroja.— muerdo mis labios mientras acaricio lentamente sus mejillas. —si sigues llamándome con esa voz tendré que arrancarte de nuevo la poca ropa que te queda.

—¿Quién te lo impide?— su temblorosa voz provoca en mi deseo.

Acerco mi boca a su dulce cuello y lo lamo con delicadeza provocando en Nora un gemido de desesperación. Me encanta oírla gemir, me encanta verla desesperarse.

Mis manos bajan hasta su intimidad y no me sorprendo al notarla mojada sobre mis manos.

—Mierda Nora....

—Necesito que me toques.— mueve sus caderas restregándose contra mis dedos. —Tócame por favor.

—Me encanta cuando me suplicas.

Dejo caer nuestros cuerpo del todo en la cama y abro sus piernas, me cuelo entre ellas y sin previo aviso entro en su cuerpo con golpe, a lo que ella responde con un gemido alto y sus uñas clavadas en mi espalda.

Dios mío.... Esto se siente tan bien.

Es tan jodidamente adictiva.

Me encanta perderme sobre tu coño, pelirroja.— gruño con fuerza mientras aumento mis movimientos.

—¡Eros! ¡Si! ¡Sigue, joder!

Coloco una de mis manos sobre tu boca para mantener sus gemidos callados, muevo mi cadera con fuerza provocándole aún mucho más placer mientras mordisqueo con ganas sus preciosos pechos.

Nuestros cuerpos llegan al Olimpio del placer y juntos, como siempre llegamos al orgasmo que nos inunda de placer.

Me acuesto sobre tu cuerpo desnudo mientras ella trata de recuperar su respiración entre caricias en mi espalda.

—Eres increíble.— me muerdo el labio sonriendo.

—No.. no puedo más.— explota en carcajadas.

Normal.
Es la tercera vez que follamos.

Deberíamos controlar nuestros impulsos...

—No creo que podamos.— sonríe feliz y mira hacia el techo. —Tampoco quiero pararlo.

—Parecemos dos ninfomanos todo el día enganchados.— dejo besos en sus brazos. —Y por mi no hay queja me encanta, pero quiero demostrarte más que simples palabras guarradas y noches de placer.

Nora se mantiene callada mientras me mira fijamente a los ojos, sus ojos se funden con los míos y por unos instantes la habitación deja de existir y solo estamos ella y yo, en el universo.

—Eros..

—Lo sé... sé que hablamos que no forzaríamos esto.— trago saliva. Me duele, la verdad. —Pero no puedo ocultar que me muero por ti, estoy loco por ti.

—¿Crees que no lo sé?— me mira a los ojos.

—Si que lo sabes, pero llevamos semanas viéndonos simplemente para follar, Nora.— me pongo serio y me levanto de encima suya, agarro el pantalón y me lo pongo. —Cuando intento sacarte el tema te lanzas a mi como una fiera.

—Porque no quiero que hablemos.

—¿Solo quieres follar no?

Ahora entiendo lo que se sienten que te utilicen.

Duele, si. Vaya que si

—No te quiero solo para follar, Eros.— cubre su cuerpo con la sábana y me mira. —P-pero..

—No estas preparada para salir conmigo.— termino la frase. —No quieres volver conmigo porque tú Nora pasada te advierte sobre mi.

No me hace falta que me diga que si para saber que es un si rotundo.

—He echo las cosas mal, si, pero he intentando redimirme.— le miro a los ojos y suelto un suspiro que sale de lo más hondo de mí. —No voy a estar preparado para que me abandones de nuevo, Nora, esta vez no lo soportaría.

—No voy a irme. No voy a dejarte.

—Algo me dice que vas a desaparecer.

Agarra mis mejillas y me estampa contra sus labios fundiéndonos en un beso lleno de pasión, pero también de amor. Su lengua se encuentra conmigo en el recorrido mientras mi boca inspecciona su boca al detenimiento.

—¿Esto te dice algo?— suspira entre mis labios y sonríe.

—Que me quieres.

—Exacto, que te quiero.

—Entonces bésame siempre.— dejo besos sobre sus labios. —Cuando quieras decirme que me quieres solo bésame.

—¿Nuestro idioma del amor, Eros Milton?

—Ese será nuestro lenguaje de amor, Nora Sánchez.

La puerta de mi habitación se abre de golpe y aparece Eda.

—Vamos a ver, tortolitos.— entra en la habitación y nos mira a los dos. —Dejad de follar y vámonos.

—No estábamos....

—Por favor Nora.— Eda se ríe. —Mi habitación está al lado de la de Eros y no es que seas especialmente silenciosa.

Suelto una carcajada y despeino a mi hermana mientras ella me insulta rápidamente.

—¿A dónde vamos?— Nora pregunta.

—Será mejor que no preguntes.— le miro de reojo y sonrío. —Confía en los hermanos Milton.

—¿Que habéis echo?— nos mira sorprendida.

Me quedo callado y muestro una sonrisa de lado.

—Es sorpresa.

Quizá es algo precipitado, quizá no.

Tengo veintitrés años y sé que quiero vivir mi vida con ella, dormir con ella, amanecer con ella, formar una familia con ella y morirme cogido de su mano.

Tras tres horas largas de coche llegamos al lugar, es una zona escondida donde apenas la gente viene ya que mi padre lo tiene reservado casi todo el año.

—¿Que es esto?— Nora rompe el silencio.

De repente acabamos en el centro de una plaza acompañada de grandes y viejos árboles junto a un lado a lo lejos, aprovecho su distracción para sacar rápidamente la caja de mi bolsillo y ponerme de rodillas frente a ella. Cuando se gira y me descubre en esa posición lleva sus manos a la boca mientras me mira con los ojos abiertos como platos.

—Nora Sánchez...— siento que mi corazón va a explotar. —¿Quieres ser mía para siempre?

***

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