Capítulo 25

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Nora Sánchez

¿Conocéis esa sensación donde piensas que estás sumergida dentro de un sueño, y que en cualquier momento vas a despertar? Así me siento yo.

Dime algo.— escucho la voz de Eros.

—¿Me estás hablando enserio?— le miro a los ojos. —Siempre me tratas como la mierda, es más, solo nos entendemos cuando tenemos sexo.

—No entendía mis sentimientos.

—¿Por qué?

—No quiero respirar por alguien que tarde o temprano me abandone.— desvía la mirada unos segundos para volver a mirarme.

—Yo no te haría eso Eros.— agarro sus manos. —Es más, no quiero que respires por mi, guardemos el oxígeno que tenemos para cuando las cosas vayan mal, que podamos respirar juntos.

Los labios de Eros se marcan para mostrar una dulce sonrisa, quizá fue eso lo que me enamoró de él, la tierna sonrisa de niño herido que tiene.

Es mi sonrisa favorita.

No sé cómo va esto.— se ríe nervioso y entrelaza nuestros dedos. —Nunca he estado con alguien así, con sentimientos de por medio.

—Yo te enseñaré.— sonrío tierna.

—¿Y si fallo?

—Aprenderemos del error.

—¿Y si te hago daño?

—Ambos nos haremos daño, es inevitable.

—¿Y si te pierdo?

—Me dejaré encontrar

—¿Que cojones tienes Nora?— sube sus manos hasta mis mejillas y las acaricia lentamente. —Estás tan loca.

—¿Loca, por qué?— me rio flojo.

—Porque me quieres.— responde.

—Entonces tú también estás loco.— le doy un golpecito en el pecho y me rio. —Empate.

—Puede que estemos locos los dos.

—¿Puede?

—Bueno, mejor dicho.— acaricia mi labio y se ríe. —Lo estamos.

Me da miedo despertar, que todo esto sea fruto de un sueño y cuando abra los ojos, Eros no esté a mi lado.

—¿Que te parece, si tenemos una cita de verdad?—  me propone Eros.

—¿Una cita?— digo emocionada.

—Sí, esas cosas que hacen las personas normales.

—¿Y... donde iremos?

—Podemos ir a cenar, dar un paseo por la playa mientras la Luna está presente.

—¿Y después?

La mirada de Eros se cruza con la mía y sonríe de forma sexy.

—¿Tendremos sexo bajo la Luna?— acaricio su torso sonriendo.

—No nos hace falta la Luna para follar.

—¡Ala!— me río y muevo la cabeza. —Para finalizar nuestra cita.. tal vez si.

—Me parece buena idea.

Tras una noche de confesiones, besos y risas Eros termina por marcharse a su casa, la tormenta se ha alejado y ahora sí que podré finalmente dormir las pocas horas que quedan de la noche.

A la mañana siguiente mi estado de ánimos está por los cielos, me he despertado bastante pronto y me he puesto a hacer lo que mi madre me pidió, mientras alguna que otra vez cogía el móvil para tener conversaciones subidas de tono con mi Eros.

Besos en Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora