Capítulo 24

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Nora Sánchez

Mis ojos se abren debido a los rayos de sol que se cuelan por mi ventana, el dolor de cabeza es aterrador y ahora comienzo a arrepentirme de haber bebido tanto anoche.

Intento levantarme pero algo más pesado que yo me lo impide.

—¿Qué?

Cuando mi cabeza se gira y veo a Eros tumbado a mi lado, con el torso desnudo y su brazo rodeando mi cintura siento que mi corazón se derrite de amor.

Maldito corazón.
Siempre me abandona junto a él, me deja indefensa.

Eros.— toco su brazo con delicadeza.

—Cinco minutos más.— arrastra las palabras mientras mantiene los ojos cerrados.

Me fijo en todo los lunares de su cara, en especial el de su labio... siempre me ha encantado.

Parece que está esculpido por los mismísimos dioses, belleza y arrogancia.

—Deberías levantarte ya, antes de que entre mi madre y nos pille.— le sugiero entre una sonrisa pícara.

—¿Crees que me da miedo tu madre?— alza una ceja sonriendo y abre un ojo para mirarme. —Pelirroja, tú madre me adora.

Pelirroja.

Ya empezamos...

Eh si...— le destapo. —Venga, Eros, márchate a tu casa.

—¿Me estás echando?— se levanta quedando sentado en la cama.

—Y si lo haces por la ventana mejor, no quiero que te vea Kate o mi madre.

—Me estás echando.— confirma serio.

—Esto ha sido un error, tú tienes novia y yo me prometí a mí misma no caer de nuevo en tus redes.— intento mantenerme seria.

—En primer lugar.— se levanta de la cama y agarra su camiseta. —Danielle no es mi novia, es mi amiga.— se coloca esta y me mira fijamente. —Y segundo, nada de lo que pasa entre nosotros es un error.

—¿Ah no? ¿Y entonces que es?

—Eso estoy intentando averiguar.— y tras esas palabras, sale por la ventana como alma que se lleva el diablo.

Esto es lo que hace Eros, viene, me lía y se marcha.

Al abrir la puerta de mi habitación el aroma de tortitas recién echas inundan mis fosas nasales, y por esos instantes agradezco al mundo por la madre que tengo y la suerte que tengo de tenerla al lado.

Bajo al salón entre saltos de alegría, ignorando que mi cabeza parece una banda sonora de Rock en estos precisos momentos.

—Buenos días.— dejo un beso en la frente de mi madre. —Buenos días a ti también, prima.

—Te veo animada.— dice mi madre terminando las últimas tortitas.

—¿Ah si?

—Demasiado animada.— Kate me lanza una mirada asesina. —Es sospechoso.

—¿No puedo levantarme feliz?— sonrío. —Tengo a la mejor madre del mundo y a una prima refunfuñona pero que quiero mucho.

Mira Eros, como puedo ser feliz sin ti.

La madre de Kate me ha llamado.— me informa. —Tengo que irme a Tenerife unas semanas, con Kate.

—¿Ha pasado algo?— termino los últimos bocados de mis tortitas.

Besos en Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora