Capítulo 4

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Nora Sánchez

Asco.

Eso es lo que siento en estos precisos momentos.

Llevo semanas en esta casa y casi todos los días puedo ver como chicas diferentes entran y salen de la habitación de Eros, como si esta casa fuera un bar de alterne.

Justamente hoy, es el peor día de todos.

¿Por qué tendrías que haber venido, Nora?

¿Por qué te quedas si Eda no está?

¿Por qué quieres torturar a tus oídos con esa sinfonía de gemidos asquerosos?

Muevo mi cabeza a los lados intentando no hacer caso a mi vocecita interior, a pesar del asco que estoy sintiendo.

—Buenas tardes señorita Nora.— se acerca Carmen, otra chica de la limpieza con su amplia sonrisa. Ella es la más jovencita de todas las que hay encargándose de la casa. —¿Se encuentra bien? Esta pálida.

—¿Cómo lo aguantáis?— digo de golpe mientras me encojo de hombros desde el sofá.

—¿El qué?

—Vamos, sabes de que te hablo.— le muestro una sonrisa cómplice.

—El señor Eros es quién manda de la casa, nosotros no podemos decirle lo que está bien y lo que está mal.— sigue mostrando su amable sonrisa. —Además... si le cuento un secreto, todos estamos acostumbrados a esto.

—Pues yo no, y lo estoy pasando un poquito mal.

—Eso tiene arreglo.— da un golpe de muñeca invitándome a ir con ella.

Sin decir que no, me levanto del sofá y la sigo como si fuera un muñeco.

Prefiero estar en cualquier lugar que en ese salón escuchado a Eros follar con otra.

¿Estás celosa Nora? Yo ja, ni hablar.

Tras pasar un agradable rato con la gente encargada de la casa en la cocina preparando unos dulces que están realmente sabrosos, me decido ha salir al precioso jardín.

He traído biquini, y aprovecho que todo está tranquilo para sacarme rápidamente la ropa y entrar en la piscina.

Esto sí que es vida.

—¿Se está de lujo, verdad?— la voz de Eros me hace girarme.

—Sí.

—Creía que no había ninguna amiga de mi hermana incordiando en mi casa.— me mira serio. —Da igual.. volveré después.

Será arrogante..

—Puedes meterte, la piscina es demasiado grande como para no vernos las caras.— le sonrío de forma provocativa y me giro apoyándome en la pared de la piscina.

Puedo escucharlo murmurar algo mientras se quita la ropa, a los pocos segundos le veo su majestuoso cuerpo dentro de la piscina.

Estás tan bueno que me lo pones tan difícil...

Nora, cállate.

—Te vi con los empleados.— intenta sacar tema de conversación mientras nada por la piscina.

—¿Y qué?

—Nada, ¿que va a pasar?

—Sinceramente, prefería estar con esa gente tan amable en la cocina.— respiro hondo e intento no cabrearme. —Que escuchar los asquerosos gemidos de vete tú a saber quién era.

Besos en Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora