Nora Sánchez
Tenerlo delante de mí sólo hace que me sienta más inútil, porque cuando le miro a sus preciosos ojos azules me siento débil, como una marioneta que está programada para decirle si a todo sin pensar en las consecuencias o en el daño que me cause.
Pero esta vez no puede salirse con la suya, estoy harta de esperar algo de Eros que nunca va a llegar.
—No voy a volver a repetirlo.— trago saliva. —No quiero que estes en mi habitación, vete.
—¿Por qué?— frunce el ceño.
—Ambos sabemos el porqué.
—Que yo sepa no te he echo nada.
Intento mantenerme seria pero de mi boca se escapa una larga carcajada.
¿Me estas tomando el pelo, Eros Milton?
—¿De verdad piensas que no me has echo nada?— cruzo los brazos volviendo a ponerme seria. —Eso te hace aún más capullo.
—Dímelo e intentaré arreglarlo.— da unos pasos hacia mí.
—No.— me alejo de él. —Porque haga lo que haga esto no va a funcionar, no te perdono y mucho menos... quiero tenerte en mi vida.— un nudo se crea en mi garganta. —Se acabó.
—No puedes decirme esto sin darme una explicación ¡tú y yo funcionamos!— exclama desesperado. —Nos hacemos bien.
—Eso creía yo, creía que estaba ayudándote a superar tus miedos pero no es así.
Abre la boca pero vuelve a cerrarla a los dos segundos, se queda mirándome como si fuera la primera vez y cruza los brazos.
—Me dijiste que nunca te irías de mi lado.— dice serio. —Que todos los problemas los superaríamos juntos.
Mantenerme callada sería lo mejor ahora mismo, porque sé, que si digo una palabra, me romperé en mil pedazos.
Aun ha sabiendas, me dispongo a hablar.
—Supongo que los dos decíamos mentiras.
—¿Sabes que?— la expresión de su rostro es de enfado. —Eres una puta cobarde.
—¿Yo soy cobarde?— me limpio las lágrimas que caen por mis mejillas.
—Sí.
—¡Tú! tú eres el cobarde e insensible.
—Yo doy la cara, he venido hasta aquí colándome por tu ventana para que me digas porque me has enviado ese puto mensaje.— saca el móvil para mostrarme el mensaje que le envié.
—¿Cuantos días llevabas pasando de mi, Eros?
—¿Es por eso?— alza la ceja. —¿Por eso has cortado conmigo?
—No.
—¿Entonces?— se queda callada unos segundos. —¿Por qué no he venido a verte?
—No.— repito.
—Pues dímelo, joder.
—¡Por qué me has puesto los cuernos!— confieso entre gritos. —¡Me has engañado con otra delante de mis narices!
La cara de Eros es todo un poema, parece estar sorprendido ante mi confesión.
¿Me habré equivocado?
No, Nora. No te hagas esto, no lo hagas inocente.
—¿De que estás hablando?
—Lili.— digo su nombre. —¿Te suena ese nombre?
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Besos en Enero
Romance[Completada] Nora y Eros. Dos adolescentes de completamente mundos distintos; Él un popular insaciable, rudo y que a pesar de tener fama de pica flor, nunca pero nunca ha dejado que ninguna chica bese sus labios. Ella, tan distinta a él. Tan amante...