Capítulo 39

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Nora Sánchez

<<Tengo cáncer>>

El mundo se me cae encima al enterarme de la noticia y a pesar de querer llorar como una loca, me mantengo firme frente a Eda para que no se derrumbe.

Soy su amiga, necesito apoyarla, cuando esté sola ya tendré tiempo de llorar.

—Eda.— agarro sus manos y la estrecho entre mis brazos. —Vamos a poder con ello, te lo juro que vamos a darle una patada en el culo al puto cáncer y vas a seguir viviendo como tú quieras.

—Tengo miedo.— solloza escondiendo el rostro en mi cuello. —¿Y si me muero, que será de Eros?

Eros.
Se me había olvidado de su existencia.

No tienes que preocuparte por Eros porque no te va a pasar absolutamente nada ¿vale?

Los ojos de Eda se iluminan.

—¿Como se lo voy a decir? ¿Y a mi padre?— se pone pálida.

—Lo haremos juntas.— le aparto el pelo de la cara. —Pero por favor Eda, prométeme que vas a luchar por vivir.— lágrimas brotan de mis ojos y las limpio rápido. —Prométemelo por favor.

—Te lo prometo.— sonríe entre lágrimas.

Juntas vamos hacía su casa en coche, me pidió que viniera a recogerla del hospital tras enterarse y yo necesitaba realmente que me contara como fue.

Ojalá me estuviera pasando esto a mí.

No seré yo si ella no está.

Al llegar a su casa bajamos juntas del coche y agarramos nuestras manos.

—Tranquila ¿vale?— murmuro con el tono de voz relajado.

—Sí.

Al entrar nos encontramos de golpe a su padre viendo un partido de fútbol con Eros.

Mis ojos se dirigen directamente a Eros y su mirada se encuentra con la mía, mantengo una sonrisa llena de dolor y respiro hondo.

—¿Todo bien?— habla Eros.

—Tenemos que hablar.— los miro a ambos y después a Eda. —Eda tiene que deciros algo.

—¿Qué pasa cielo?— dice su padre.

Aprieto la mano de Eda con dulzura y ella asiente.

—He ido al médico... porque me encontraba mal.— comienza a decir. —Y...y...

—¿Y qué?— Eros la interrumpe, nervioso. —¿Que cojones pasa Eda?

—¿Eda?— la voz confusa de su padre se rompe.

—Tengo...tengo....— tartamudea nerviosa. —Tengo cáncer.

En ese momento, puedo sentir como el techo de esta familia se desmorona frente a mis ojos, su padre, se agarra al sofá como si necesitase que alguien tomara su peso, y Eros, está completamente pálido e inmóvil.

—No puede ser cariño..— su padre niega con la cabeza. —Tú estas bien Eda, estás sana. ¡Estás sana y salva!

—No papa, tengo cáncer.— dice como puede mientras agacha la cabeza. —Como mamá...

Eros se levanta del sofá y sale a toda ostia de la casa y conociéndole se que necesita pensar, pero al igual que lo conozco temo que haga alguna gilipollez y empeore las cosas.

—Yo iré por él.— miro a Eda y asiento. —No te preocupes.

Salgo de casa tras de Eros y aunque me cuesta l vida seguirle el paso, lo consigo.

Besos en Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora