Capítulo 17

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Nora Sánchez

Malas decisiones
¿Sabéis lo que es eso?

Romeo quería a Julieta se amaban por encima de la rivalidad entre sus familias, y a pesar de que no pudieron estar juntos en vida, lo consiguieron en la muerte.

¿Por qué seré tan masoquita? No debería leer estos libros.

Yo también quiero un Romeo.— resoplo mientras lanzo el libro en la cama.

—Romeo no existe, es un cuento inventado para hacer que la chicas creáis que lo malo atrae.— comenta Kate, después de mirar la portada del libro. —Es absurdo ¿quién lucharía por tal amor?

—Está claro ¡Romeo!

—Por eso te enamoras de Romeo, que en este caso se llama Eros y te trata como la mierda.— Kate cruza sus brazos, cabreada. —¿Hace cuanto no vas a su casa?

—Una semana.

—¿y Eda? ¿Se te ha olvidado que es tu mejor amiga?

—Tengo clarísimo que es mi mejor amiga.— me defiendo de sus achaques. —Pero ir a su casa y verlo con otras chicas me jode Kate.

—Ósea que dejas que te gane el pulsito.

—No, bueno sí.

—¿Desde cuando te dejas ganar por un tío, Nora? tú no eres tú.— intenta provocarme.

—Será porque nunca he sentido esto.

—Deberías ir a su casa, con Liam de la mano y pasar de su puto culo.— me señala con el dedo y asiente. —¿Sabes lo que jode eso?

—¿Si?

—Sí.

—Me siento mal Kate, utilizar a Liam con tal fin me parece repugnante.

—Fue él quien te lo propuso, nada de penas.— me da un codazo flojo. —Además... tenéis química.

—Si, en clase de biología.— suelto una carcajada. —No digas tonterías prima, jamás me fijaría en alguien como Liam.

—¿Y en Eros si?— dice confundida.

—Es la excepción, supongo.

Kate se marcha con mi madre hace unos recados y yo me quedo en casa, pensando en la conversación que hemos tenido.

Todo esto es culpa tuya. Eros Milton.

Decido vencer a mis demonios y me arreglo con lo primero que encuentro en el armario, cojo las llaves y salgo de casa con el pulso acelerado.

¿Como puede saber mi corazón a donde voy?

Cuando llegó a la casa de Eros y Eda, me quedo unos segundos parada ¿toco o me marcho? Barajea mi cabeza.

—Toco.— contestó a mi vocecita interior y asiento con la cabeza.

Justo antes de tocar a la puerta, está se abre y para mi sorpresa es el único rostro de esta casa que no quería ver.

Eros Milton.

—Tú.

—Yo.— contesto fría. —He venido a ver a Eda.

—No está.— me mira a los ojos y después aparta la mirada unos segundos. —Pero si quieres puedes esperarla.— vuelve a mirarme a los ojos.

—No.. no hace falta.— mi mirada se desvía al sentir la intimidante mirada suya. —¿Puedes decirle que se pase por mi casa?

Besos en Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora