Capítulo 44

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Eros Milton

La boca seca. El pulso acelerado. Mis manos temblorosas. El miedo a que diga no.

¿Me lo estás diciendo en serio, Eros?— me mira como si no se lo creyera, manteniendo sus manos en su boca.

—Estoy cansado de fingir.— trago saliva. Es la hora de confesar. —Eres lo mejor que la vida pudo ponerse en mi camino, yo pensaba que como vivía antes era vida ¿pero sabes? estaba muerto en vida. Después llegaste tú con tu arrogancia, tus berrinches de niña pequeña y tú dulzura y derribaste todo esos muros que me cree junto a la tumba de mi madre.— poso una de mis manos en mi corazón. —Te amo, te amo desde lo más profundo de mi corazón y sé que quiero vivir mi vida contigo hasta que mi corazón deje de latir.

Un mar de lágrimas se crean en los ojos de Nora mientras se acerca a mi como si el diablo se llevara su alma, se arrodilla frente a mi y me abraza mientras ambos rompemos a llorar de felicidad.

—Si quiero.— murmura con la voz temblorosa mientras me da su mano. Coloco el anillo. —Quiero ser tu esposa.

—Y yo seré tu esposo.— sonrío entre lágrimas mientras acaricio su anillo. —Y el futuro padre de los hijos que tendremos.

Juntamos nuestros labios en un beso feroz pero lleno de amor, su lengua se encuentra en el recorrido con la mía fundiéndonos en un solo ser. Solo somos ella y yo.

De repente escuchamos unos gritos desde lejos y miramos hacia lo lejos, encontramos a nuestros amigos y familiares aplaudiendo y alguno que otro llorando.

—Estás loco, Eros Milton.

—Tu estás loca por amarme, Nora Sánchez.

SEIS MESES MÁS TARDE...

No puedo con los malditos botones.— me muerdo el labio nervioso.

—Relájate por dios.— Eda aparta mis manos de los botones y los engancha. —No vas a llegar al altar te va a dar un infarto.

—Me voy a casar con ella, Eda.— sonrío felizmente sin llegar a creérmelo. —Es como si estuviera en un sueño del cual voy a despertar.

—No es un sueño es la realidad Eros, te vas a casar con Nora y vais a ser muy pero que muy felices.

—¿Que diría mamá?— miro al techo unos segundos y una tristeza invade mi cuerpo.

Eda se queda callada y puedo ver en su rostro como si corazón ha crujido al mismo instante que el mío.

—S..seguramente estaría atacada de nervios llorando.— se ríe con el nudo en la garganta. —Gritando como una loca.

—Tienes razón.— trago saliva y me río.

—Eros... mamá está.— pone su mano en mi pecho y la otra mano en su pecho. —Está aquí, viéndonos felices y siendo feliz.

—Lo se.

—Te quiero mucho ¿lo sabes, verdad?

—Yo también te quiero mucho.— acaricio su mejilla y dejo un beso tierno en su frente. —Eres clavadita a mamá.

Sonríe con las mejillas encendidas y sale de la habitación dejándome solo, con la soledad que siento que me invade cuando estoy en esta habitación metido con miles de fotos de mi madre por la pared.

Ella está feliz desde el cielo.

Te vas a casar, cabron. Vas a ser feliz con Nora.

***

Una vez en la iglesia todos esperamos a la principal protagonista, Nora. Dicen que las esposas suelen retrasarse por motivos de tiempo o no se yo..

—¿Por qué tarda tanto?— pregunto ansioso.

—Lleva dos minutos de retraso, hijo.— murmura mi padre desde la esquina. —Es normal.

—¿Y si no viene?

—Hijo...

—¿Y si se ha dado cuenta de que no quiere casarse?— respiro agitado y niego con mi cabeza. —No..

—Tu madre tardó más de veinte minutos en presentarse en la iglesia.— me mira a los ojos. —Recuerdo perfectamente que me entró un ataque de pánico porque pensaba que se había echado hacia atrás.— noto como traga saliva y se aclara la garganta. —Pero después la vi entrar con su vestido de novia y se me olvidó hasta respirar.

—Nunca me lo has contado...

—Nunca era el momento adecuado.— apoya su mano sobre mi hombro y sonríe. —Hasta ahora, que estás vestido de novio esperando a tu futura mujer para cumplir una nueva vida.

—¿Lo haré bien, papá?

—Aprenderás con el tiempo, nadie nace sabiendo como comportarse en que ciertos momentos, Eros. Aprenderéis juntos a ser marido y mujer, padre y madre..

Sonrío al escuchar a mi padre y apoyo mi mano encima de la de mi padre.

—Gracias.

—¿Por qué?— pregunta sorprendido.

—Por no abandonarme.— digo con sinceridad. —He sigo mal hijo, mal hermano... me he comportado como un capullo.

—Tenías dolor, hijo.

—Todos sufríamos la muerte de mamá, no solo yo.

—Soy tu padre ¿no? Siempre te perdonaré todo en esta vida porque eso es lo que hacen los padres.— sus lágrimas resbalan por sus mejillas y se las limpia con un pañuelo. —Estás guapísimo, me recuerdas a mi.

La música comienza a sonar y las puertas De la Iglesia se abren, mi mirada se clava directamente en Nora que pasea de la mano de su madre con el ramo de flores entre sus nerviosas manos.

Cuando su mirada se encuentra con la mía sonreímos a la vez.

—¡Guapa!— grita Eda.

—¡Esa novia guapa!— acompaña al grito Kate.

Cuando llegan hasta donde estoy su madre coloca la mano de Nora sobre la mía y me mira a los ojos con lágrimas en sus ojos.

Son iguales que los de Nora.

—Cuídala.— dice en un suspiro. —Sé que mi hija será feliz contigo.

—No dude de eso. Se lo prometo.

Y aquí, los dos en el altar jurándonos amor eterno mientras nos colocamos los anillos sé que mi vida ahora tiene sentido, porque mi vida es ella y tengo que agradecerle que devolviera mis latidos a este corazón muerto en vida.

Y aquí, los dos en el altar jurándonos amor eterno mientras nos colocamos los anillos sé que mi vida ahora tiene sentido, porque mi vida es ella y tengo que agradecerle que devolviera mis latidos a este corazón muerto en vida

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