Decisiones de Hermanos

Visitas Indeseadas, Túmulos - Parte 3

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Wei Ying seguía afectado por el amuleto, lo sostenía con ambas manos en intento de tomar el control, quería alejarlos, que los dejarán en paz. Sus hermosas iris plata fueron reemplazadas por un intenso rojo, su cabello flotaba rebelde con la fuerte corriente de energía que se arremolinaba. Sus fosas nasales se llenaron de un olor putrefacto, como la primera vez que había caído en esa montaña.

La sangre parecía quemar sus venas, corriendo veloz y sin control por todo su cuerpo, esa adrenalina que tuvo aquella vez en la guerra, con Wen Rouhan desafiandolo.

Un fuerte golpe de energía lo desequilibró por un segundo, buscó la fuente y justo frente a él, era como revivir el pasado, pero a diferencia de la avaricia de un viejo líder, este niño era un inexperto, los ojos brillando en verde con una bruma más pesada que la suya levantaba los árboles a su alrededor, arrancando todo a su paso. Una sonrisa fue lo que recibió antes de tener que resistir el impacto, fue embestido por una enorme bola de poder, un fuerte estallido seguido de fuertes oleadas de energía, era el inicio de una tormenta.

-¡Detente, no sabes a cuánto poder te enfrentas!- quiso advertir el patriarca, incluso en esta situación, no quería que alguien más pasará por todo el dolor que él había pasado cuando la energía entró por primera vez a su cuerpo.

-Jaja ¿A caso temes que sea mejor que tú?- Xue Yang podía saborear el poder, se sentía un frío recorrer sus extremidades, aumentando su poder, extendió los brazos a sus costado moviendo la corriente verde con él, en un intento de aleteo de atrás hacia adelante, espeso humo aventaba al patriarca. Debajo de él ardía todo a su paso, dos incendios entre rojo y verde chocaban en busca de dominar.

Las casas, árboles e incluso los cultivadores que se enfrentaban a las hordas de cadáveres, estaban siendo consumidos por las llamas.

-¡Patriarca detente!- tuvieron el descaro de gritar aterrados cuando las llamas cubrieron sus tunicas. Llantos y gritos de guerra vociferaban los cultivadores que si bien eran verdugos, serían los sentenciados.

Pero Wei Wuxian no podía hacerlo, no solo por estar dominado con el poder del amuleto, también por qué no era él quien controlaba esas creaturas, no eran cadáveres parecían aún tener vida. Xue Yang comandó feroz a sus creaciones, fue la prueba perfecta para sus marionetas, desgarraban y rompían todo a su paso, incluso los cadáveres feroces del patriarca no eran contrincantes para ellos, tomandolos con facilidad y aplastándolos en su paso.

-¡¿Qué son esas cosas?!- había cuestionado alarmado Wei Ying. -¡Debes detenerlas, morirás!- insistía, redirigiendo energía a las creaturas para detenerlas, intentó con una que tenía en el piso a un cultivador de una secta pequeña, pero lo único que logró fue paralizarlo unos segundos y desgraciadamente llamar su atención, el cuerpo se avalanzo contra él, colgándose de una de sus botas.

El amuleto intento repelerlo, sin lograrlo, inconsciente su brazo fue a su costado en busca de su espada para alejarlo. -Mierda- por un breve segundo olvidó que ya no estaba más... ¿Quién la... Cuando la comprensión llegó, tomo la flauta en su lugar y una melodía marcada sonó, alzándose entre los ruidos del lugar.

Wen Ning tenía a Suibian, pero ... ¿Dónde es que había quedado? ¿Había vuelto con él a los Tumulos?... No pudo seguir pensado en eso cuando dos cosas más se habían colgado de él, jalandolo.

No tardó mucho en que una considerable cantidad de cuerpos putrefactos creará una especie de montaña que lo arrastraba al suelo. Con Xue Yang controlando todo desde las alturas, si lograba someter al patriarca, sería aún más fácil conseguir lo que quería, y quién sabe... Tal vez una nueva marioneta.