XXXVIII Resucitan los muertos

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Jack
La casa ha logrado tener un ambiente familiar, ya no es la misma casa sola y fría que era en los primeros días, ahora es diferente, hay nuevas decoraciones, esta amueblada, hay fotos familiares colgando en las paredes, artefacto eléctrico para hacernos la vida más fácil y las esencias de mi madre perfumando la casa con diferentes aromas.

La vibración del teléfono en mi pene hace que me despierte de golpe, cojo el teléfono y era un mensaje de texto del vecino... Alias Santiago.

--Santiago: SOS
Decido responder porque un SOS no es una simple palabra y el chico no merece que desfiguren su cuerpo. o tal vez si...

--De Jack: ¿Qué sucede?
--Santiago: Tengo una pierna en el cielo y la otra en el infierno. ¡ayuda!...

Señor porque me sucede estas cosa ¡no entiendo!, primero no tenemos dinero ni para hacer un viaje a margarita, segundo me envías a este lugar que es como jumanji, tercero me pones en el camino a un amigo que es un dog que no ha follado en un año, conozco a unas chicas extremadamente rara, una nunca tiene hambre la otra no habla mucho parece a un fantasma ¡esta y no esta! y cuarto me enamoro de una chica pálida que es muy bella pero hace mucha pregunta y para terminar mi director es el ex-enemigo de mi padre...¿Qué calma estoy pagando?

--De Jack: ¿Donde diablo te encuentra?
--Santiago: En la parte trasera de tu casa- Auxilio- Chico atractivamente sexi esta en peligro de muerte.

Me levanto de la cama con un mono de cuadro y sin camisa para la búsqueda del idiota. A salir al patio trasero el aire es fresco me golpea el rostro haciendo que bajara la vista, me quedo en los escalones de la escalera y con la mirada hago una inspección rápida y no consigo el individuo desaparecido, solo hay bolsas de basura, ramas quebradas en diferentes lugares y flores desteñidas y arbusto seco, la realidad no parecía un patio donde puedas pasar el tiempo libre y respirar aire puro, tiene más bien un aspecto donde las persona van vestida de negro, usan pañuelos para las lágrima, lloran a moco suelto, hay un padre para decir las palabra, flores feas, un hueco profundo y lo que no puede faltar un cadáver dentro de un ataúd, ¡ si damas y caballeros es un entierro y donde hay un entierro hay un cementerio!

Mi mirada de águila capta un objeto un poco inusual eran unos tenis que sobresalían de las bolsa de basura, ¡sospechoso!, a bajar cada escalón de la madera vieja hace pequeño sonido y maldigo en mi interior porque si hubiera alguien dispuesto a matar ya este ser estaría muerto, me dirijo hacia la bolsa y me sorprendo a encontrar al encontrado. Era Santiago tirado encima de la bolsa de basura todo golpeado y ensangrentado, su rostro estaba con corte de herida profunda que no dejaban de expulsar sangre, tenía sus ojos golpeados y cerrados completamente por los impacto de los golpe, sus boca estaba rota, sus pómulos inflamados y rojos, su ropa estaba rasgada y manchada por la sangre que corría de sus heridas, Solo se me cruza por la mente un pensamiento que no quería que fuera verdad, ¡Estaba muerto!, mi amigo estaba muerto.

Me dejo caer en el suelo para ayudarlo, lo saco de las bolsa y nos quedamos en el césped, con una mano lo sostengo por la espalda y con la otra comienzo a dar pequeños toques en su mejilla, ¡Nada!, no reaccionaba.
Vamos Santiago- llamo desesperado y sigo palpando su mejilla, a no recibir ninguna señal lágrimas inmediatamente comienza a rodar por mis mejillas.

Hijo de perra, no me puedes dejar solo, vamos, vamos, Santiago- grito su nombre, solo quería gritar hasta que me escuchara y despertara, hundo mi cabeza en su cuello y solo lloro, lloro porque estaba perdiendo a un amigo y no sabía que hacer, lloro porque no quería que él se fuera de este mundo.

Amigo, no te permito que te vayas y me dejes, no te puedes ir, tiene que luchar, tienes que seguir luchado ¡vamos! - susurro en su oído para que me escuche.

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