Capitulo treinta y seis | Cobarde

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Capitulo treinta y seis.





Alessio




15 de mayo, 2017.





Silencio.



Eso me rodeaba.



Un silencio tan profundo que me cuestionaba si siquiera escuchaba algo. Abrazo la almohada debajo de mi pecho y alzo un poco mi rostro, la mañana había salido. Apenas había podido dar dos cabeceos de sueño, antes de tener que pasar toda la noche dando vueltas en la gran cama.



Odiaba estar aquí, odiaba estar en esta habitación, en esta casa.



Suspiro antes de hundir mi rostro en la suave almohada.



Me odiaba.



Odiaba este mes.



Odiaba esta culpa.



Odiaba no poder...



Detengo el camino de mis propios pensamientos sabiendo adonde me llevarían, siempre terminaba en ese lugar, en ese recuerdo y en miles de posibilidades para terminarlo.



Detestaba este mes, porque, aunque entendía las razones por las que mi madre había establecido esta horrible "rutina" desde la muerte de mi padre, yo mismo habia adoptado una propia. Una misma rutina que se repetía año tras años. No venia solo por mi madre, solo para apañar sus lágrimas que no parecían ser verdaderas. Sino para apañarme a mi mismo. Para permitirme eso que durante los meses restantes ignoro, guardo y encierro dentro de mí.




Mayo.





Donde todo sale. Posiblemente ya se había vuelto algo psicológico, incluso si no era el día, si estaba lejos de aquí, incluso así, el primer día del mes lloraba. Me sentía como la misma mierda de persona que me sentí ese día. Todo salía, todo se desprendía desde lo mas oculto de mi mente y me golpeaba. Una y otra vez, parecía que todo lo que ignoraba durante once meses, todo lo que no sentía en ese tiempo, venia de golpe en un mes.



Me odiaba.



Y no paraba. Por mas años que pasaran, cada vez era igual, o incluso peor.



Nunca podría perdonarme a mi mismo todo el daño que había causado a mi familia, todo el daño que me había quedado a mi mismo. Y todo, por amar, amar a alguien que nunca lo mereció o aprecio de verdad. Todo por querer ser feliz, por fijarme solo en mi propio bienestar, tuve que hacerlo.



Le di la espalda a mi propia familia, no les creí y los abandoné.



Me tragué el cuento de una bonita mujer, me permití manejarme como un niño y perdí. Perdí absolutamente todo por lo que realmente valía la pena.



Estrujo la almohada con mis brazos.



Lo necesitaba.



Lo necesitaba cada día, necesitaba su maldita voz, su risa. Necesitaba que mi padre me mirara y me sonriera. Que hablara su maldito italiano con mamma. Que abrazara a Geovanna diciendo que es su princesa. Que mire a Alessandro convertido en un gran padre y se enorgullezca. Quería verlo sonreír sobre uno de los miles de yates que Aurellio coleccionaba. Calmar a mi madre y hacerla feliz.



Solo quería que estuviera, aquí con nosotros. Conmigo, que vea a Cassandra, que vea a la maldita mujer que había robado lo poco que quedaba en mí. Que conociera a su nieta, a primer nieta mujer, y me dijera como hizo. Como hizo con todas las sensaciones que parecían abrumarme cada vez que pensaba que una pequeña niña me llama papa.



La vida era injusta. En sí. Como es posible vivir con un dolor así y creerlo normal. Perder a un ser querido, tan importante y tener que vivir con eso. Tener que creer que algún día, cuando mi propia vida termine, lo volveré a ver.



Hasta entonces, solo recordar. Recordar todo y no olvidarlo. No olvidar los detalles importantes.

Quiero Negociar |DS#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora