Capítulo cincuenta y cinco | Epílogo

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Capitulo cincuenta y cinco.



Epilogo



Cassandra



06 de octubre, 2018.




Un quejido se escapó de mis labios mientras escuchaba la puerta del cuarto cerrarse, me estiro sobre la gran cama desprolija mientras los suaves rayos del sol entran por los ventanales cayendo sobre mi piel desnuda. Una sonrisa se tatúa sobre mi rostro mientras mi cuerpo aun sostiene los vestigios de lo que hace minutos era la terminación de una noche extremadamente movida.



 

Mis piernas se sienten temblorosas mientras me paro en busca de alguna bata que cubra mi desnudez, partes de mi cuerpo se quejan a cada paso y posiblemente este caminando de una forma muy rara, pero nadie me sacaba la sonrisa que cada dolor me daba.




Oficialmente a medianoche, se cumplió exactamente un año desde que soy toda una mujer casada. Casada con un hombre que hace instante salió del cuarto con un vaivén de caderas que me hizo suspirar al igual que la imagen de su fornido y marcado torso, hombre que anoche se dedicó a amar, mimar y adorar cada parte de mi cuerpo. Hombre que era mi compañero, amigo y pareja.




Nunca tuve verdaderas expectativas con algún matrimonio o mi vida como una mujer casada, tenia que aceptarlo nunca creí llegar a este punto. Pero nada de lo que podría haber imaginado iba a ser un mínimo de todo lo que es hoy.




No era el camino de rosas que las novelas y películas podrían explayar, sino que era todo un verdadero reto dia a dia, reto que al llegar al final de la pista se sentía el paraíso mismo. Podría haber baches, peleas, desacuerdos, frustraciones y demás, pero la sensación de saberme a pesar de todo acompañada por un hombre que me amaba tal cual era, aun con todos mis dramas pasados, aun con todos mis dramas actuales y todo lo que vendría. Triste, decaída, feliz, extasiada, para Alessio yo solo era Cassandra, la mujer que lo hacía sentir, aquella que lo conquisto, la misma con quien dedicó pasar el resto de su vida y a quien le daba una vida de ensueño.





Claro que nada de esto estaría completo sin nuestro pequeño broche de oro, nuestra hija. La maternidad, era todo un reto, para mí y para él. Lo cierto es que no había mucho por lo cual quejarme, teníamos las posibilidades económicas y sociales que no muchos tenían, pero eso no le quitaba el peso de tener a una pequeña dependiente de ti, las veinticuatro horas del dia, cada semana y cada mes. Esto no era algo que uno podría parar cuando ya no podía más, Althea no se pausaba o desaparecía en mis crisis de no poder más.






Ese era el momento donde uno tenia que pararse como podía y dar lo mejor y mas de si mismo. No era sencillo, pero lo valia. Valia cada lagrima, cansancio o esfuerzo, ella lo Valia, para nosotros.




 

Todo lo que pasábamos tenia un segundo lugar a cada risa de Althea, cada pequeño movimiento que, hacia temblar nuestros corazones, cada intento o avance que nos hacia ver la diferencia, nuestra niña crecía y nosotros con ella.

Quiero Negociar |DS#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora