[ONCE]

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[CRUEL]


Amara

No es temporada de calor, pero el que me levante por tercera vez en la noche empapada de sudor solo demuestra porque los pecadores, lo último que tienen es paz. No lloro, no puedo hacerlo y me quedo sentada a oscuras en la orilla de mi cama, esperando porque la luz del día aparezca.

Pero la noche parece eterna mientras doy vueltas una y otra vez en busca del confort que no tengo desde hace años. Busco la posición adecuada para dormir, pero fallo y termino rascándome la piel de los brazos para poder quitarme esta sensación de agonía que se siente querer descansar y no poder hacerlo aunque quieras porque las pesadillas te atacan. Y es que lejos de ser solo pesadillas, son recuerdos.

Son los gritos, los insultos, las burlas, las torturas...

Duele saber que estás al borde, que por más que intentas salir del hoyo no puedes hacerlo y ya no se trata de frases motivacionales, ni de ir a terapia, ni de buscar de apoyo, se trata de sobrevivir y a mí me está costando cada paso que doy en esta batalla dónde solo se demuestra porque no puedo confiar en nadie.

No le caigo bien a nadie, ni siquiera dentro de mi familia y es que la lealtad de todos está con Aren, con Kennan, pero no conmigo. Y es que si a ellos algo no les parece, todos me dan la espalda y varias veces se ha demostrado. La única persona que no hace eso es Aleksey, pero poner a pelear a mi hermano por mí no lo vale, no lo vale porque no usaré a mi hermano de escudo contra mi padre o contra el otro imbécil.

Mi respiración no se calma, tengo el pecho lleno de espinas que se mueven cada que inhalo aire y el nudo que tengo en la garganta me pesa como nunca antes. No sé si son los recuerdos de años atrás, no sé si es el hecho de que el brazo lo tengo perforado por la bala que Nicholas me soltó o si es el hecho de que me siento presionada porque no logro complacer al hombre que me insistía en que yo sería el futuro de la Bratva.

De remordimientos no puedo vivir, las cosas ya están hechas, pero eso no hace menos doloroso el hecho de que a mi propio padre parece no agradarle nada de lo que hago, cuando fue él quien me mandó lejos para que hiciera esto y más.

Ahora ni la palabra me dirige, no sin una mirada llena de desdén o con algún comentario que intente romper mi armadura como si no lo hubiera intentado antes.

Siento que el pecho me arde, el estómago no me deja de sonar y me levanto de la cama caminando para estar enfrente de la ventana. La luna está en la cima, observo el reloj y apenas son las dos de la mañana. No me siento tranquila, tengo ganas de salir corriendo de aquí y aunque me vuelvo a recostar en la cama, no puedo dormir.

"Ojalá entendieras que entre más finges que eres fuerte, más sepas que no lo eres..."

Las palabras del Walt Tucker siguen en mi cabeza, he intentado todo para bloquear esos recuerdos, para poder reprimir todo ese dolor que nace de aquellas emociones, pero cada intento me grita que no se puede huir de nuestra propia mente que resulta más peligrosa que cualquiera persona.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora