[TREINTA Y CUATRO]

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[DILUVIO]


Amara


Jamás antes me habían golpeado con tanta fuerza. Siento el dolor recorrer todo mi cuerpo, como si me estuvieran arrancando la piel centímetro por centímetro. No con ello, el aire no me es suficiente y las voces parecen eco.

No puedo sentir mis dedos, ni mis piernas, no siento ser yo quien controle mi cuerpo porque cada intento por abrir los ojos, me lleve al abismo dónde termino por enfrentar mis pesadillas una y otra vez sin un final. Como si de pronto, fueran sueños eternos que no paran y cada vez son diferentes pero con el mismo propósito.

Arrancarme el alma.

Lo peor de ello, es que por más que intento permanecer despierta no puedo y lo que tengo en el cuerpo cada vez me sume a una brecha oscura de la cual no encuentro salida. Puedo escuchar los gritos, los insultos y el ardor quemarme la piel cada vez.

De pronto, siento que esa quemazón se hace parte de mí y puedo verme caminar entre pasillos fríos, dónde por más que camino y camino, no hallo una puerta que me saque de esta pesadilla y lo que escucho es el llanto de mi familia cuando no pude salvar a mi mamá. Siento las manos llenas de algo espeso, las miro y sangre se desborda de ellas.

El temblor se apodera de mí, pero no puedo dar marcha atrás porque la pared parece reducirse ante la imagen de Eris negando decepcionada con el tiro en su estómago como si aquello no la estuviera matando y aunque intento ir...

El piso se abre en dos, el agua me hiela la piel. Las manos las tengo atadas a una silla, el silbido que se escucha al fondo me desespera cuando sé lo que me espera y Tucker aparece sonriéndome, no viene solo y Sullivan está detrás riéndose de mí y baja la cubeta vacía.

Intento zafarme, no puedo hacerlo y el llanto se apodera de mí cuando la corriente eléctrica me recorre el cuerpo sin piedad alguna, abriendo todas las heridas que creía cerradas. No importa cuando me remueva, el ardor que siento me abre hasta los huesos y separa la piel de ellos como si fuera un juego de niños.

Mis gritos no cesan, incrementan con la pesadez que siento después de que parece terminar y abro los ojos cuando estoy en el suelo cubierta de suciedad.

Quiero levantarme del suelo porque no pertenezco ahí, pero la cadena que tengo alrededor del tobillo me lo impide jalándome de nuevo al suelo y la veo a ella. Tiene el uniforme de monja puesta, niega de la misma forma en que Eris lo hizo y cae al suelo con el tiro que me obliga a mirar a otro lado harta de lo mismo.

Aquello no evita la acides en mi estómago, las ganas de vomitar se presenta y el llanto no para cuando intento alcanzar su cuerpo y la risa de Tucker se hace cada vez más fuerte cuando intento y no lo logro.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora