[TRECE]

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[LOS VASÍLIEV: PARTE DOS]


Nicholas


Si me dieron una moneda por cada atrocidad que la maldita familia rusa comete, para este punto sería no millonario, me corrijo, billonario y aquello superaría toda la fortuna de la cual soy dueño en este momento.

El problema es que después de la tontería que hice, no tengo derecho a decir nada.

Y las ganas no me hacen falta para salir a buscarla, no sé que estoy haciendo, pero tengo claro que todos mis planes cambiaron y no quiero estar sentando detrás de un puto escritorio dónde solo me encargo de firmar autorizaciones para nuevo equipo táctico, no le prestó atención a eso y le doy el trabajo a Cassian para que también se esfume de mi vista que estorbos no quiero y lo peor de eso, es que parece que los invoco.

No quiero a nadie cerca de mí porque todo lo interesante que tienen para decir es el tema dónde la rusa "mata" a sangre fría en el bar. No dicen nada nuevo, solo repiten como teléfonos descompuestos y mí lo que se me descompone es el humor con tanta pendejada que termino ignorando para no amargarme el día.

Me aburro dando vueltas en la silla, miro el techo como si de pronto hasta el color fuera a cambiar y la verdad es que tengo en mi mente grabado el evento que hice por pendejo hace un par de días. No lo voy a negar, me siento más... tranquilo. Como si de pronto todo el estrés se hubiera ido, pero eso no quita que lo que hice estaba mal y...

Deniska entra a mi oficina, me sonríe y me deja unos papeles en el escritorio. Medio los ojeo, no encuentro nada interesante hasta que veo que toma asiento frente a mí. Cruza las piernas, la falda del uniforme se le eleva y ladeo la cabeza para apreciar mejor lo que no debería. Levanta la mirada y le sonrío queriendo que no mal piense nada, me aclaro la garganta y tomo los papeles de la mesa para meterme otra cosa que no sean complicaciones a mi vida.

— ¿Qué es ese sonido?

Me paro de la silla siguiendo aquel sonido que no muy entiendo, pero salgo de la oficina y la canción se va clarificando cada vez más mientras Deniska me mira confusa. Veo la cafetería del complejo llena, la gente bailando y la canción que está en alemán me hace mirar a todos lados en busca de la razón de aquello.

Bajo los escalones, se callan cuando me ven pasar y al fondo veo a Kaius bailando con una morena alta. Me resulta raro verlo en otra faceta que no sea en la de amargado, Armin me llega por atrás con un vaso y me sonríe elevando la cejas.

—Me explicas que mierda está sucediendo —pido y Kaius deja de bailar para encararme. Lo ególatra parece no quitársele a pesar del tiempo—. ¿Y bien?

—Nada, simplemente querían descansar —menciona y los soldados bajan la mirada cuando los recorro por completo. El alemán ríe, el hermano de este sonríe hasta que ve mi seriedad y esconde el vaso que tiene cerveza porque hasta aquí pueda olerla—. Les exigen tanto y no hay recompensa.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora