[CINCUENTA Y NUEVE]

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[FRESAS CON CREMA: PARTE UNO]


Nicholas


La puerta se abre, camino sintiendo mi puño arder con todo lo que tengo en la cabeza y el silbido que escucho al primer paso que entro es algo que toda la vida ha caracterizado a Aurelio. Antes solía usarlo para cantarles a sus hijos para animarlos después de un día pesado y es algo que recuerdo a la perfección.

Era de las pocas cosas buenas que tenía, de las mejores para mí.

Sin embargo, hace casi dos años, Amara me confesó como ocurrieron las cosas durante su secuestro y mencionó que había un silbido, no uno cualquiera, era un canción como de cuna, una que le daba escalofríos y pensé, ¿Quién puede aprender eso solo para intimidar? Y ahora que ese sonido me es familiar, es claro, la gente de Aurelio, lo aprendió de él.

Aurelio podrá no haber tenido nada que ver con las cosas que se le hicieron a Amara, cómo según dice y que lo habrá hecho para protegerme a mí de las reglas del clan negro. Pero le hicieron daño, mucho daño y eso sigue repercutiendo hasta hoy. Él se burla de Aren porque perdió el control de su clan, cuando él hace mucho que no lo tenía tampoco.

En eso se parecen, aparte de echarles los problemas a los hijos para que ellos hagan desastre por ellos, se jactan de algo que ya no son y son incapaces de reconocerlo porque no tienen la capacidad de lastimar su orgullo para admitir algo tan sencillo.

Sí él me hubiera dicho las cosas desde el inicio, yo lo habría ayudado...

Lo hubiera hundido más rápido.

— ¿Qué se te dio por visitarme seguido? —No respondo, solo espero la instrucción del hombre de la cabina para que abra la celda—. Antier llegaste y ahora otra vez vienes hoy, ¿Por qué? ¿Necesitas a tu padre para tomarte un puesto? —Se burla.

El timbre de la celda abierta es todo lo que necesito para tomar uno de los barrotes para lanzar la puerta hacia un lado, lo que alerta Aurelio y este se pone de pie queriendo defenderse, más mi puño lo alcanza primero y lo mando al suelo. Me doy la vuelta con el puño ardiendo y cierro la celda de nuevo, evitando que él salga.

Aun en el suelo lo veo mirarme con rabia, escupe sangre y en lugar de compadecerse, se pone de pie ladeando la cabeza.

—Jamás habías hecho esto. —Menciona limpiándose la orilla del labio—. Habías levantado la mano sí, pero jamás llegado a los golpes conmigo, Nicholas.

Me río.

— ¿Y qué querías que hicieras si me enteraba que tenías una bastarda más? —Deja de mirar su mano manchada de sangre y eleva la mirada para verme con incredulidad—. Porque eso es para mí, una bastarda que escondiste todos estos años en lugar de decirnos, pero lo peor no es eso. Porque si ella está viva, quiere decir que ella también, ¿No es así?

—Después de golpearme, ¿Crees que te voy a decir las cosas?

—No espero que lo hagas por las buenas, es más, no espero nada de ti. —Se queda en silencio y eleva el mentón queriendo mantener su postura recta—. Si tuviste otra hija, es claro lo que te preguntaré, ¿Claire está viva, no? ¡Responde lo que te estoy preguntando, carajo!

—No...

La rabia se apodera del control de mi cuerpo, porque Aurelio tiene razón.

Había levantado la mano por sus abusos antes, más jamás había soldado el golpe porque para mí seguía siendo mi padre... Esta vez, después de todo no puedo verlo de esa forma.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora