[DIECINUEVE]

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[CADENAS Y MENTIRAS]


Nicholas


El olor a ácido es fuerte, el cuerpo me duele a pesar de no estar expuesto y abro la puerta del bunker sintiendo la pesadez del otro lado. El mensaje que me llegó, me alerto para llevar a toda mi gente a moverse dentro de este lugar y es lo que evito que una masacre se hiciera, pero dudo que pueda evitar derramarse la sangre después de todo.

Hasta Anderson y Klosova terminaron metidos aquí.

Sólo que no tardan mucho encerrados y es que no los quiero aquí, mando a Aurelio a avisarles que se escondan dentro de las instalaciones por separado, me dicen que no es una buena idea mantenerlos ahí, pero apuesto que lo será en un par de minutos.

Salgo con mi arma en mano después de que todos estén afuera y Kaius me respalda. El impacto no fue fuerte, lo que nos afectó y casi nos mata fueron las malditas instalaciones cayéndosenos encima de nosotros. Y de tener mala suerte, los escombros habrían tapado la salida del búnker.

El concreto está por todos lados, hay varillas y cristales en el suelo, el olor a ácido me irrita la nariz y no soy el único porque empiezan a irritarse las narices de todos. La mayoría armado y aunque sé lo que viene, aquí no queda nada para defenderse más que lo que tenemos en las manos. Pateo lo que puedo para moverme con facilidad, miro hacia arriba y aunque no me guste, termino de desalojar a los soldados heridos.

Así no pueden pelear, solo estorbaran y Deniska viene hacia mí.

—El impacto no daño la estructura, todos son daños estéticos —asegura y los últimos en acatar mis órdenes son el jerarca y la esposa de este. Le prestó atención a la mujer y debo alejarnos del grupo. El mensaje que me llego me hizo saber porque están atacando y debo ser cauteloso para moverme—. ¿Qué procede, general? ¿Evacuamos?

—No —murmuro—. Los heridos que se larguen, los que puedan pelear que se queden y las armas que puedan recuperar tómenlas que esto solo fue la primera llamada del show —aseguro.

— ¿Crees que fueron los rusos? —Pregunta Cassian a mí lado.

—No, fueron los payasos —le digo y rueda los ojos—. ¿Tú que crees?

—No encuentro diferencia entre ninguno —murmulla con el gesto molesto y me alejo del tarado que solo aumentara mi jaqueca—. Te dije que hablar por hablar te iba a costar y las consecuencias de andar retándolos, aquí están —señala el lugar.

Y las ganas de decirle que están aquí por otra cosa quieren salir, pero en lugar de hacer cosas que alerten al par de ratas atrás de mí, despliego a los soldados que quedan y los mando a posicionarse porque tampoco es cosa de que le deje fácil esto.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora