[TREINTA Y OCHO]

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[ALIANZAS LETALES]


Anya


Es una burla para mí tener que verme en el espejo siendo lo que soy.

De niña quería creer que esto era una pesadilla, pero hubo momentos en que esa pesadilla se tornaba tan real que daba miedo y me obligaban a esconderme. Y aunque parece fantasioso para otros que no sean yo, no lo es y muchas veces desee creer que estaba loca. ¿Pero cuando un Vasíliev ha tenido lo que ha querido?

Para mi desgracia, no sólo llevo el apellido, sino también la sangre de uno y es peor maldición que ser asediada por miles de enemigos.

— ¿Segura que quieres ir sola, amor?

En el reflejo del espejo veo a Vladimir y me doy la vuelta encarándolo. A diferencia de otros, él sabe llegarme a esa parte que escondo. A esa parte que Aren Vasíliev me obligo a quemar.

—Has escuchado la frase del "enemigo de mi enemigo, es mi amigo", ¿Verdad, mi amor? —Asiente acercándose a mí—. Entonces entenderás que esto lo haré por mi cuenta.

—Si me lo pides te daré su cabeza.

—Yo lo sé, mi amor. —Acaricio su mejilla—. Sé que si te lo pido todo, me lo darías todo sin dudarlo ni un segundo. —Murmuro—. Pero por mi cuenta puedo hacerlo sola y es algo que también sabes bien. Y esto, debe ser así.

—No me agrada la idea de que vuelvas a ese lugar, es todo.

Sonrío.

—Déjame ir contigo. —Niego—. Anya...

—No. —Sentencio y regreso mi mirada al espejo. Es confuso verme a veces, siento que no soy yo la que está ahí y no solo se trata de la ropa, es el sentimiento que tengo atorado—. Nadie sabe que estoy aquí, llegar contigo sería clara advertencia de ello y no alertaré a otros de ello.

—Aurelio Kaiser está en Rusia, tiene gente buscando por la hija del Pahkan y tus heridas todavía no terminan de sanar.

Aliso la ropa que me he puesto y el color blanco tiene una forma tan única de fascinarme y en el que Vladimir me abrace desde atrás logrando que el negro de su traje resalte con el vestido blanco me hace sonreír.

—Pobre de él que me haga algo entonces. —Me giro a verlo y sostengo su rostro entre mis manos—. Porque estoy segura que irás por mí.

—Nunca dudes de ello

Besa mis labios y el sabor a fresa despierta las ganas que le tengo, pero aunque quisiera hacer algo no puedo. Mi cuerpo sigue herido por lo que sucedió y tentar la suerte no es algo que quiero hacer porque no se trata de eso.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora