[TREINTA Y SIETE]

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[EL ORIGEN DE LA MUERTE]


Diciembre de 1998.

Rusia, Moscú.


La niña que raya su cuaderno jamás he entendido porque a diferencia de otros niños, no tiene una mamá. Intenta no quejarse cuando la llevan al parque porque ha visto como se pone la gente cuando pregunta por ella. Como se pone su padre...

Ha escuchado cientos de veces como pierde el control, como la rabia le gana y como el rostro se le pone colorado por el enojo. Ha tenido que esconderse debajo de la cama por horas para que se calmara, y a veces hasta días para evitar toparse con el monstruo de afuera. A veces tiene que aguantarse el hambre, a veces el hambre no llega, a veces solo quiere entender porque preguntar por su madre jamás le ha traído beneficios.

Pero no puede evitar preguntarse dónde estará o qué estará haciendo.

El tío Nikolay siempre le cuenta historias divertidas de ella, de que se fue a una misión súper importante al espacio y ella como buena niña, debía cuidarse y seguir las ordenes de su padre. Sólo que seguir las ordenes de Aren, jamás ha sido fácil.

—Tu madre fue una hermosa mujer, le decían teniente. Solía hacer cosas buenas para la gente porque ella sabía lo que era carecer de cosas básicas y adoraba ser de los buenos. Tu madre no pudo cuidarte, pero sin duda habría amado hacerlo.

— ¿Ella volverá algún día?

Pregunta sin despegar su mirada de aquel cuaderno.

—No lo creo, cariño. Hay personas que no se quedan en nuestras vidas para siempre y es mejor así, antes de envenenarse el alma. —Nikolay es sincero con lo que dice y ve a su sobrina colorear sin emoción. Él viene a visitarla cuando puede y cuando Aren no está en modo bestia—. ¿Recuerdas lo que te dije antes sobre tu mamá? —La niña asiente.

—Que no debo preguntar por ella.

—Las historias que te cuento, son solo para ti, para nadie más. ¿De acuerdo?

— ¿Ella me quería?

Nikolay calla sin saber que decir. Intenta formular una respuesta positiva, pero nada sale de su boca porque por el poco tiempo que conocí a Nina no sabría si la respuesta que quiere decir, sería la correcta. Él estuvo cuando la rusa estaba embaraza de los mellizos, pero en ese entonces las cosas eran tan diferentes y se mostraba a una teniente más feliz.

Una teniente emocionada por los hijos que estaba esperando, pero de pronto, algo cambió. Sin embargo, prefiere quedarse con la imagen de la mujer que anhelaba a su hija y no quien de un día para otros, empezó a odiarla.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora