[TREINTA Y SEIS]

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[EL JINETE ROJO]


Amara


El dolor de cabeza que se produce cuando empiezo a ser consciente de mí alrededor me obliga a sentarme en aquella cama y el olor a desinfectante no está más, tampoco escucho los molestos ruidos de la máquina y es un alivio. Me cuesta recordar que pasó antes de llegar aquí, pero no hace falta que lo haga cuando carraspean en el marco de la puerta.

—La princesa despertó finalmente.

Enzo busca querer acercarse a mí, pero Dimitri no lo deja y lo detiene sin que llegue a dar un paso a mi dirección. Ambos hermanos permanecen mirándome con auténtica devoción mientras me doy cuenta de que tengo esposas en las manos y aquello no me trae buenos recuerdos.

—Vaya forma de tratarme. —Señalo las esposas y Dimitri se acerca ignorando lo que dije—. ¿Dónde él está el maldito de tu hermano?

—Está versión de ti, no me gusta. —Se atreve a decirme y el hermano lo golpea.

—Salió hace unas horas, pero pronto regresará. —Dimitri saca una llave de su abrigo, abre las esposas dejando mis muñecas libres de aquella presión y la marca que estás dejan me recuerdan a viejos tiempos—. Te esposamos porque no sabíamos cómo ibas a reaccionar.

—No voy a quedarme aquí. Así que díganle que hizo mal en sacarme de dónde estaba.

—Quiero verte intentarlo.

Me congelo con la voz de la persona que entra como si fuera su presencia fuera normal. Trae el cabello negro y bien peinado, la mirada oscura y el porte elegante. Creí que después de años de no verlo, no sentiría nada y lo cierto es que no lo hago.

Vladimir Gusev no es el hombre que aparenta ser, porque si la gente cree que yo soy desalmada, es porque no conocen al hombre frente a mí. Un hombre, que realmente está sobre muchos, porque el ruso no finge, no intenta, es el malo y cuando aparece, solo significa una cosa.

Y es caos.

Doy un paso atrás y él también lo hace. El olor a Robusto Cohiba está impregnado en su ropa, las manos me pican por instinto cuando quieren tocarlo para saber si es real y no hay palabras que pueda decirle.

Los hermanos se van con una orden de su líder y yo lo que quiero es irme lejos de aquí.

—Reina mía.

Se para frente a mí con el porte impecable que tiene desde que lo conozco. Solo usa prendas negras y le da un toque misterioso que me hace recordar a cuando era adolescente y me sentí maravillada con el hombre frente a mí. Ahora usa trajes a su medida, pero antes solía usar chaquetas de cuero y botas estilo militar.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora