[CINCUENTA]

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[TRES BESTIAS]


Nicholas


Se dice que los demonios no sufren, que no lloran, que no saben de dolor, más se olvidan que Lucifer fue retratado en una pintura con una mirada dónde expresaba todo y nada al mismo tiempo. Tenía tanto dolor por dentro que parecía no acabar y en aquella mirada, mostraba que era más su rabia, que su tristeza.

Se dice que la mirada de aquel ser infernal, representa el dolor de su destierro y la rabia de haber sido exiliado por su creador y su seguidores, a quien tanto amó y juro lealtad. Para muchos siempre ha sido el rebelde, el egoísta, el malo...

Para mí, es más de lo que muestra.

Y esta vez, no hablo de Lucifer.

Su belleza de por sí me ha tenido a sus pies desde que la conozco, más la mirada de desolación que tiene en el rostro me tiene más atrapado que cuando sonríe, y es que jamás creí que llegaría a verla tan rota como lo hago ahora. Era consciente antes del dolor que la rusa cargaba consigo, pero jamás llegué a imaginar que podía cargar mucho más del que ya tenía sobre los hombros.

Me equivoque, porque puede cargarlo.

No obstante, que pueda cargarlo, no significa que deba hacerlo sola.

Y aunque quisiera acercarme a ella para poder darle ese confort que merece, sé que debo darle su espacio porque por muchas veces que dejó claro el odio que sentía por Nina Klosova, esa mujer seguía siendo su madre y el haberla matado de esa forma, solo probó dos cosas frente a todos: Lo cruel que puede llegar a ser y lo miserable que es.

—Mirarla con pena es lo último que debes hacer.

La voz suave de una mujer me hace mirar a mi derecha, es castaña y de mirada azulada, más baja que la rusa y tiene en la mano dos vasos de whisky. Me tiende uno, se lo acepto porque el ardor que tengo en la garganta me lo quiero quitar con algo y se presenta como Caroline Craig, a quien reconozco como la esposa Carson.

—Nunca la miraría con pena. —Le aclaro a la mujer—.Y es que aunque el mundo colapsara, ella jamás se dejaría caer al suelo, por eso no le tengo pena, sino admiración. —Bebo del líquido de golpe y ella me lo quita.

—Lo sé. —Murmura bajo—. Es una mujer fuerte.

—Terca diría yo. —Me mira y asiente sin negar lo que digo—. Y aunque otras veces diría que es una debilidad, supongo que es lo que la mantiene de pie a ella después de tanta mierda. Pero qué se le puede hacer cuando el mundo parece estar en tu contra, ¿No es así?

—Nada. —Responde sin expresión—. Queremos pelear contra el mundo cuando a este no le interesan nuestros problemas, pues el mundo no es enemigo de nadie. El enemigo del humano, es otro humano y pese a que antes solía creer que sin conflictos podía resolverse una guerra, ahora creo lo contrario. —Mira en la dirección de la rusa—. Ahora, sé que son necesarios.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora