[DIECISÉIS]

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[CONFESIÓN]


Amara


Cuando la partida de ajedrez inicia, se ha de tener en cuenta de que a veces hay que sacrificar fichas con tal de poder moverse y hacerle jaque al rey. Y justo ahora, es lo que hice. Porque no me canso de reiterarle a todos, que lo que el alemán significa para mí, jamás igualará el odio que siento por su padre.

Por eso, estoy tan dispuesta a hacerle tanto como se me antoje con tal de crear algo inimaginable. Saben que soy la mala, eso nunca ha sido secreto para nadie, pero en el momento que el gran general muestre la cara que esconde, ahí van a tener miedo. Porque no hay peor bestia, que la que esconde los colmillos proclamando querer justicia.

Aurelio tiene un enemigo peor que yo, alguien que jamás esperaría que le clavara el puñal de la traición justo en el pecho. Porque aunque lo espera de mí o de mi padre, no del hombre que sale de la bodega bañado en sangre y con la mirada pérdida.

Tardará en recuperarse del golpe y hubiera querido usar otra método para hacerle abrir los ojos, pero después de lo que me quitaron, solo tengo ganas de terminar esto.

Ordeno que se los lleven lejos de aquí que verlos unidos solo me da ardor en el estómago. Los atan de las manos, de los pies y la capucha negro va encima de las cabezas, los meten a las cajuelas de las camionetas y es que juntos no se van a reunir. Yakov se encarga de realizar aquel trabajo, mientras que el resto se encarga de limpiar el lugar.

— ¿Dejarlo ir es tu plan?

—Ten paciencia, Kennan —pido—. El verdadero plan, apenas va a iniciar.

—No me lo tomes a mal, Amara, pero no veo tu punto —suspiro.

— ¿Sabes cuál es la mejor venganza que podría tener contra Aurelio Kaiser? —Niega—. Quitarle todo lo que ama. No a los hijos, sino lo que ha construido por su cuenta y que mejor momento que soltar una bomba tan grande que ahora. Porque el mejor pasó para iniciar una guerra, es convertir al bueno, en el malo. Y es que no sólo quiero al líder de la mafia alemana, lo quiero todo.

Se ríe.

— ¿Es qué lo quieres de tu lado?

Ahora la que ríe soy yo, pues pensar aquello es una estupidez que ni en mil años sucedería. Mi familia lo despedazaría con tan solo tenerlo frente a él, parte de la razón por la que le ordene a los vory a no dejarlos interferir.

Eso y que a pesar de todo, Nicholas jamás aceptaría estar con el enemigo, ya me lo ha dejado claro muchas veces.

—No, pero quiero mostrarle al mundo que los monstruos son creados —murmuro.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora