[CINCUENTA Y DOS]

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[LAS ESTRELLAS Y EL VACÍO]


Amara


Las aspas del helicóptero vuelven a sonar, mis ojos no dejan de seguir al coronel que camine con el mentón elevado y este no deja de mirarme a mí, ni siquiera cuando emprende vuelo acompañado de mi abuelo, quien se hará cargo de llevarlo a un lugar dónde nadie lo pueda tocar, ni hablar, ni siquiera manipular porque sé que Aurelio no es cualquier hombre.

En el pasado lo tache de estúpido, sin embargo, las cosas que han pasado me dejan claro que haberlo subestimado fue mi problema principal. Eso, y que tarde demasiado en írmele encima. Lo cierto, es que antes hubiera querido hacer las cosas de otra forma, pero el hoyo en mi pecho me pide llenarlo con algo, más no encuentro ese "algo".

En este momento, todos se encuentran haciendo algo, a excepción de mí que me vine a sentarse a una banca. Estoy cansada, casi al borde del colapso y es que desde que volví a tomar el control, no me he dado tiempo para descansar como quisiera.

Veo a como los vory se mueven con la orden de Râzvan, toman a los soldados que se encuentran ahora prisioneros para llevarlos a las celdas del complejo, mientras se discute si viven o mueren, no me voy a meter en la decisión que se tomará sobre ellos. Será cosa de Kaius y de Nicholas, no tengo cabeza para más problemas.

No lo niego, matar a la coronela que no ha dejado de mirarme, es algo tentador, más hacerlo sería darle más importancia de la que merece.

—Los soldados que pongan resistencia, podrán ser castigados. —Menciono con sorna y la rubia me mira como si quisiera matarme. Que haga fila—. Y aquellos que peleen en contra de ustedes, podrán pegarles un tiro. —Me río.

Organizo a mi gente con la poca energía que tengo, pero entre más cosas me dicen, siento que el mareo que me invade es peor.

Se supone que deba sentir el alivio de haber encerrado a Aurelio y de haber hecho a Iván correr cuál gallina, pero no siento nada de ello. Todo lo contrario. Y es que con el tiempo, aprendí que dar un golpe no es motivo de celebración, porque el enemigo no se quedará con las manos cruzadas y es cuestión de horas o de días, para que se levanten.

Cosa que no puedo permitir porque no tengo la gente necesaria para pelear una guerra contra tanta gente. Y es que por más que ahora tengo a varios soldados rusos, siguen sin ser suficientes cuando durante el año que me desaparecí hice un ejército para la Bratva.

Ejército, que ahora sigue a su falso rey, a ese maldito usurpador.

Y apenas me haga del poder de la Bratva, van a entender porque haberme dado la espalda fue la peor decisión que tomaron y es que así como pase años incrementando su fuerza, puedo ocupar más años en debilitarla. Porque si no me siento en ese maldito trono, nadie más lo va hacer. No me torture años en los entrenamientos, para dejar que otro tome ese lugar.

—Amara. —La voz del alemán me hace mirarlo y se sienta a mi lado.

Lo miro queriendo ver odio en su mirada porque en parte, sé que me lo merezco por la muerte de su hermano y no obstante, en la mirada de Kaius no veo más que un vacío.

—Siempre consideré que tu silencio era más peligroso que cuando amenazas. —Menciona—. Y es que con sólo verte así, me da la sensación de que algo está mal. Así que dime, porque aunque ganamos hoy, ¿No se siente como una victoria?

—Porque no lo es. —Aseguro—. Aurelio está encerrado e Iván huyó para protegerse, pero darán su golpe porque en el poder no me quieren y desde hace mucho lo dejaron claro. —Kaius suspira—. Aurelio tiene gente afuera, solo no está. Pero no es quién me preocupa ahora, sino Iván. Lo de él, es personal y hará todo por quebrarme.

Obsesión [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora