EXTRA III

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Malia

Arleed Jones.

Siento la incomodidad en mis ojos, esa luz natural que me dice que me tengo que levantar.

Ese rayo de luz que siempre me despierta a la misma hora o al menos siempre en el tiempo adecuado.

Siento ese calor que me brinda el cuerpo de Axel a mi lado. Jamás quita el brazo de mi cuerpo.

Gracias a Dios, ¿Qué haríamos sin sus manos?

Graciosa.

Abro mis ojos y lo miro.

Su cara aplastada por la almohada, sus ojos cerrados, las pestañas espesas y los labios rosados entre abiertos.

No lo puedo creer.

Mi mejor amigo es mi prometido.

Tu futuro marido.

Bueno eso lo se pero no lo creo.

Hazlo... porque lo será.

— Deja de hablar contigo misma, cosita.

Abrí mis ojos de la impresión y suelto una risa.

Me conoce muy bien.

Créeme que demasiado bien

Sentí mis mejillas arder y me mordí el labio inferior.

Sus ojos verdes se abrieron y después sonrío. — Buenos días — susurré un poco cohibida tapando mi rostro son mis manos en señal de vergüenza.

El quito mis manos, me miro a los ojos — Buenos días cosita — susurró y me dio un pico.

Aún intento entender que esto es real.

>> ¿Por qué te sigues sonrojando?... Olvidado me encanta tener ese efecto en ti.

Solté una risita.

— Es que es inevitable... — sus manos se pusieron a mis costados para ponerse sobre mi, pero antes de que pasara algo más... su celular sonó y el hizo un sonido de frustración, agarró el celular para contestar.

— Axel Miller.

>> No puede ser — Dijo de manera fría — Estaré ahí en un rato ¿si?

Colgó y se aventó a la cama envolviéndome en sus brazos.

— ¿Qué paso? — pregunté acariciando su cabello castaño.

Enterró la cabeza en mi cuello provocándome cosquillas — Trabajo, no quiero irme, pero tengo que.

—Está bien, guapo.

Levantó el rostro y me miró — Te amo Arleed — susurró.

— Te amo Axel.

Sonrió genuinamente besándome de nuevo — Haré — beso — el — beso — desayuno — terminó con un beso largo y se levantó de cama dejándome anonada como todas las mañanas.

Con pesadez me levante y fui directo al baño a hacer mis necesidades.

Me sentía tan cansada

Bueno es que este sedemental te deja cansada todos los días... o la mayoría del tiempo.

No te lo niego.

Solté una risita picara para mí misma mientras me relamía los labios y me dirigía hacía la cocina, pero su voz me hizo parar.

Estaba hablando con alguien... así que me quede detrás del marco de la pared para poder escuchar.

— ¿Entonces te veo en la oficina? — preguntó juguetón.

MI PERFECTA RENDICIÓN © (1) (¡Completa!)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora