Capitulo 50 - Final

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– ¿Qué? – Itachi se estremeció ante el tono que alcanzó la voz de Tobirama cuando el Nidaime Hokage lanzó un grito de sorpresa, casi usando el Hiraishin para aparecer junto a él, con las manos agarrando sus hombros de forma exigente. – ¿Has conocido al Sabio de los Seis Caminos? ¿Cómo? ¿Te envió a nuestra época? ¿Te dijo cómo lo hizo? ¿Por qué te envió al pasado? ¿Qué parte del pasado cambiaste? ¿Es este un futuro diferente del que viviste al principio? ¿Cómo no destruyó el continuo espacio-tiempo al cambiar las cosas? ¿Significa esto que puedes viajar en el tiempo? ¿Has intentado hacerlo de nuevo? ¿Cuánto tiempo ha pasado aquí en contraste con el pasado?

– Tobirama, deja respirar a Itachi. – Amonestó la recién liberada Mito, sonriendo. Su compañero Kyuubi reanimado seguía en el campo de batalla, demostrando a todo el mundo por qué la apodaban Habanero de Sangre Roja. Con chakra Kyuubi o sin él, esa Uzumaki era temible. – Y suéltalo. Yo también quiero saludar a mi hermano.

– No te ofendas, pero mi hijo no es tu hermano, Uzumaki-san. – Dijo Fugaku con media sonrisa. La afilada sonrisa que ella le envió demostró que efectivamente era una Uzumaki, a pesar de su carácter apacible.

– Te aseguro que, técnicamente, era mi hermano mucho antes de ser tu hijo, ya que mis compañeros de clan y yo lo adoptamos muchos, muchos años antes de que tú nacieras, Uchiha-san. – Una vez más, más de una mandíbula cayó o un par de ojos se abrieron de golpe ante lo que alguien había dicho. Hashirama, Tobirama y los recién llegados Hikaku, Toka e Izuna asentían con la cabeza. Toka e Izuna fueron incluso un paso más allá y dijeron que sus clanes también habían adoptado a Itachi durante su estancia con ellos en el pasado, convirtiéndolo en Senju Uzumaki Uchiha Itachi, o simplemente Konoha no Itachi, ya que pertenecía oficialmente a sus dos (tres, si se tiene en cuenta a Mito y todo lo que hizo por Konoha) clanes fundadores y era uno de los fundadores él mismo. Mito ignoró entonces a las masas que chapoteaban y se acercó a Itachi, empujó suavemente a Tobirama a un lado y prácticamente arrancó al joven del agarre de su padre para abrazarlo con fuerza. – No puedes volver a marcharte sin despedirte, ¿me oyes?.

Itachi se relajó con una risa y devolvió el abrazo. – Hai, Mito. Te pido disculpas si te he causado pena o preocupación. Simplemente no podía quedarme en una época a la que no pertenecía en primer lugar, por muy tentadora que fuera.

– ¿Tentador? – Preguntó Fugaku, incrédulo y un poco dolido, pero lo comprendía. Había estado lejos de ser un padre ideal y sabía que esa era su carga para el resto de la eternidad. Si hubiera sido un mejor padre, un mejor Jefe de Clan, Itachi habría sido un joven relativamente feliz y despreocupado en estos momentos. No habría perdido su inocencia a los cuatro años ni habría tenido que tirar por la borda todo lo que le hacía ser él mismo cuando acababa de cumplir trece años.

– Supongo que nos lo merecemos. – Susurró Mikoto, soltando finalmente a Sasuke para acercarse a saludar a su hijo mayor. – Me disculpo por no haber sido nunca la madre que te merecías, Itachi. Era joven, tonta e inexperta. Era la guerra y luego nuestro clan fue puesto bajo sospecha. No es una excusa pero era la situación y siento mucho todo lo que te hemos hecho pasar. – Sonrió al ver que los hombros de Itachi se desplomaban un poco en señal de alivio, sintiendo ella misma que había despejado cualquier duda que aún tuviera. Iba a decir algo más cuando, de repente, apareció una mancha de ropa oscura, pelo negro y armadura roja que pasaba por delante de ella, haciéndola caer en las manos de Itachi y Fugaku.

Un gruñido de Tobirama hizo que todos giraran sus cabezas para mirar al Senju vestido de azul, justo a tiempo para ver a Madara casi abordarlo. El Uchiha había saltado y se había pegado al joven con las manos alrededor de su cuello y las piernas alrededor de su cintura, y no perdió ni un segundo más antes de pegar su boca a la del albino. Las mandíbulas se cayeron, los sonidos estrangulados, los ojos salidos de las cabezas de la Alianza Shinobi y los bufidos, gemidos o gritos divertidos de las reanimaciones de la era fundacional. Los falsos ruidos de arcadas de Izuna se unieron a la refriega cuando Tobirama devolvió con entusiasmo el frenético beso, colocando sus manos en el trasero de Madara y acercándolo.

El Príncipe Comadreja de Konoha (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora