Capitulo 1

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Todo sucedió muy rápido. Demasiado rápido incluso para que los ojos más rápidos de la historia del Sharingan pudieran seguirlo. En un momento, Itachi se encontraba en una intensa lucha por su vida contra su preciado hermanito, muriendo lentamente por la enfermedad que lo tenía atrapado desde hacía dos años, y al siguiente, con el gran poder del Kirin cayendo sin piedad sobre él, de repente  se encontraba en otro lugar. No sintió el dolor que debería provocar un ataque de este tipo, sino una sensación de estar casi sobreexcitado, hasta el punto de que eso le dolía. Los ojos le escocían de forma sorprendente, ya que era una sensación que sólo sentía cuando usaba el Tsukuyomi. El mundo se desvaneció a su alrededor, tanto por lo que estaba ocurriendo -se sentía tan desplazado en el tiempo, el espacio y la realidad que ni siquiera se molestó en volver a encontrarse a sí mismo, demasiado agotado para seguir intentándolo aunque quisiera, demasiado débil por su enfermedad y las heridas que permitió que Sasuke le causara para hacer su pelea más realista- como por el hecho de que poco a poco, la enfermedad, finalmente se lo estaba llevando.

¿O quizás eran los efectos del Kirin? Itachi no lo sabía. Todo se estaba obscureciendo. Pero trató de luchar contra ello, de mantenerse consciente, vivo, aunque sólo fuera por unos momentos más. Un ataque así seguramente debilitaría a Sasuke, lo que sería bueno y malo a la vez. Bueno, porque Itachi no tendría problemas para acercarse a él y poner en práctica los últimos pasos de su plan para mantener a salvo tanto a su hermano como a la aldea que tanto amaba antes de morir. Malo, porque le daría a Orochimaru, el raro y espeluznante bastardo de la serpiente que era, la oportunidad de intentar apoderarse del cuerpo de Sasuke.

Itachi no puede morir hasta que se asegure que eso no ocurra. No puede morir hasta que esté seguro que Sasuke seguirá a salvo después de su muerte. Si no, entonces todo lo que ha hecho será en vano. Su vida, su muerte, sus crímenes, su sufrimiento... Todo para nada. Itachi no dejará que todo se pierda. Él es Uchiha Itachi. Si debe hacerlo, hará que los Shinigami tiemblen de miedo ante él, desafiará las leyes de la vida y la muerte, desafiará a los dioses y a quien deba, pero no dejará que todo lo que ha hecho se desperdicie.

Pero... No ha servido de nada. Lo que sea que parece estar reaccionando a su Tsukuyomi debe estar interfiriendo también con el resto de sus habilidades del Sharingan, ya que no podía activar su carta de triunfo. Era la primera vez, desde que había logrado manifestarlo por primera vez a los quince años que Itachi no podía activarlo. Incluso en el peor de sus días, cuando sus pulmones parecían no poder tomar aire correctamente y su corazón le dolía con cada bombeo de su sangre, cuando ni siquiera el más fuerte de los medicamentos para el dolor podía apagar el palpitar de sus ojos casi ciegos, su última defensa siempre surgía a su alrededor. De hecho, si no lo supiera, se atrevería a decir que en esos días era incluso más fácil manifestarlo, como si su propio chakra luchara por protegerlo, por prolongar su vida. Que no respondiera ahora, cuando más podía necesitarlo... es preocupante.

Itachi vomitó sangre, y una mano se aferró a su camisa, justo sobre su corazón, y presionó sobre su pecho, como si ese gesto fuera a aliviar el dolor. Ni siquiera podría registrar el crepitar de la energía a su alrededor. Tampoco el dolor. Apenas oía la voz de Kisame, y sólo porque los dos socios se habían sintonizado específicamente el uno con el otro casi desde la primera semana de su asociación por motivos de supervivencia, hasta el punto de que podían distinguir la voz del otro por encima de otras mil aunque sólo estuvieran susurrando. No oyó el cacareo victorioso de su hermano. No oyó cómo el tiempo y el espacio se abrían delante de él.

Pero sus ojos vieron. Incluso ciego como estaba, los ojos de Itachi seguían siendo los más agudos registrados en la historia del Sharingan. Más de una vez se había dicho que su mirada lo veía todo y que su intensidad era desconcertante, y que a menudo daba la impresión de que podía quemarlos con la mirada o incluso ver el tejido mismo del cosmos. En lo de quemar, tenían bastante razón y Amaterasu era más que despiadada. Al parecer, el segundo rumor sobre sus ojos estaba a punto de hacerse realidad al ser absorbido por la grieta recién aparecida.

El Príncipe Comadreja de Konoha (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora