Capitulo 22

592 66 6
                                    


– ¡Itachi! – Tanto dicho joven como Madara se estremecieron ante el bramido de Hashirama al entrar en el claro que rodeaba las orillas del Naka. Al menos no agarraron un arma como había hecho Izuna, sobresaltada por el comportamiento de Hashirama y su forma ruidosa. Era de esperar, en realidad. Sólo conocía a Hashirama el shinobi y no a Hashirama el idiota llorón, como a Madara le gustaba llamarlo. El Senju de pelo largo los saludaba ahora con entusiasmo desde la línea de árboles del otro lado del río, con una sonrisa radiante. – ¡Madara! Me alegro de volver a verte.

– Por la madre del chakra, va a alertar a todos de que estamos aquí. – El mayor de los Uchiha refunfuñó mientras se masajeaba la frente para alejar el inminente dolor de cabeza e Itachi se limitó a sonreírle. – Esperaba que se hubiera vuelto un poco más sensato desde que éramos niños.

– Inútiles esperanzas, Madara-san. – Dijo el menor de los Uchiha con sorna, obteniendo un gruñido como respuesta y una mano que se enterró repentinamente en su pelo mientras Madara se revolvía con sus mechones.

– Creí que te había dicho que dejaras las tonterías del 'san'. – Dijo Madara mientras se metía con el pelo de Itachi, un hábito que había reservado normalmente sólo para sus hermanos menores y ocasionalmente para Hikaku, pero al parecer se había relajado completamente con Itachi y había que preguntarse qué había pasado en sólo tres días. Izuna resopló al verlos interactuar, sólo para volver a prestar atención al líder del clan Senju, que no estaba solo. Los ojos del hermano menor de los Uchiha brillaron amenazadores en cuanto vio a Tobirama, activando su Sharingan más por instinto y costumbre que por pensamiento consciente. Tobirama también había reaccionado con la velocidad del rayo, juntando las manos y preparándose para formar un jutsu, pero entonces Hashirama estaba corriendo cruzando el río y, antes de que nadie pudiera reaccionar, había tomado a Itachi y a Madara en un gran abrazo de oso. Los gritos de Madara a su amigo de la infancia y el suspiro de exasperación de Itachi calmaron a los hermanos menores y ambos bajaron sus defensas pero mantuvieron la guardia alta, por si acaso. No eran Hashirama y Madara para confiar tan fácilmente (aunque Izuna sabía que era el caso sólo de Hashirama en lo que respecta a Madara) y sabían que alguien tenía que vigilar.

– ¡Suéltame, maldita sea! – Madara gritó por última vez antes de que Hahsirama le hiciera caso, pero no soltó a Itachi, sino que lo abrazó como a un oso de peluche. – Y será mejor que no lo ahogues ni lo rompas. Le necesitamos para que todo esto de la paz funcione.

– ¿Así que las reuniones fueron bien? – Hashirama se entusiasmó de inmediato, pero de alguna manera se las arregló para ponerse serio al mismo tiempo. Sus cuatro compañeros lo miraron como si fuera la cosa más extraña que hubieran visto nunca y los cuatro estuvieron de acuerdo en que estaba perfectamente justificado. La emoción y la seriedad no deberían poder mezclarse. Y menos con la cantidad de esperanza que Hahsirama estaba poniendo en la combinación.

– La decisión aún no es definitiva ni se ha anunciado oficialmente a nuestro Clan, pero parece que sí. – Izuna fue sorprendentemente el que respondió, sonriendo al más joven del grupo. – Seguro que Itachi ha ayudado mucho en esto. No estoy seguro de que hubiéramos podido convencer a los Ancianos en el doble de tiempo que Itachi necesitó.

– Tuvimos suerte de que estuviera allí. – Añadió Madara con un movimiento de cabeza, cruzando los brazos. Itachi agradeció a sus genes Uchiha le permitiera mantener a raya el rubor. Deseó haber recordado al menos que Tobirama era un sensor para poder ocultar las reacciones de su chakra; así las cosas, Tobirama se limitó a reírse de la vergüenza que el albino podía sentir. El Uchiha secreto se prometió en silencio la retribución en cuanto llegara la oportunidad de hacerlo. – ¿Cómo van las cosas por tu parte?

El Príncipe Comadreja de Konoha (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora