Capítulo 11.

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Capítulo 11

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Capítulo 11.

Cuando al fin llegamos a la sede de la Organización Mundial de la Salud que se encontraba cerca del hotel donde habíamos encontrado a nuestros padres, me sorprendía ver cómo varios agentes se acercaron rápidamente al vehículo en cuanto Adrián apagó el motor frente a las instalaciones.

—Un momento —fruncí el ceño cuando me fijé mucho mejor en los agentes—, yo los he visto antes —le dije muy sorprendida—. Ellos son los que se presentaron en el barrio donde reside mi familia. Recuerdo que me llamaste muy preocupado. Me habías informado que buscaban a alguien de suma importancia.

—Me sorprende que hasta ahora te des cuenta —bufó al poner los ojos en blanco, abriendo la puerta del carro para rodearlo y abrir la puerta de mi lado—. Evidentemente, en ese tiempo, buscaban a tu padre, pero yo no quería que te involucraran en esto y te usaran para presionarlo —soltó un pesado suspiro y sujetó mi mano, ayudándome a salir del vehículo—. Solo quería protegerte y mantenerte alejada de toda esta mierda. Sin embargo, aquí estamos, intentando salvar millones de vidas alrededor del mundo —me dijo con más soltura cuando los agentes de la ONU y la OMS que había visto alguna vez nos rodearon, portándonos seguridad.

Mientras caminábamos hacia el interior de la sede, continué haciéndole más preguntas a Adrián, ya que todavía tenía ciertas dudas.

—¿Ellos sabían que veníamos hacia acá? —fruncí el ceño, sintiéndome rara al estar tan custodiada por los agentes que nos rodeaban.

—Ahora lo saben —respondió—. En el caso de que mi padre no pudiese presentarse a este tipo de compromisos, yo soy el encargado y representante de la investigación sobre la cura del MERS Recov-2. Ahora tú también eres parte de esto, porque representarás al señor Doménech como la persona importante que ha sido para poder terminar de crear la vacuna.

—Irónico —bufé.

—Lo sé —enarcó las cejas.

En cuanto pudimos acceder al interior de las instalaciones, me sentí un poco intimidada al ver lo impecable e imponente que se veía a simple vista. Sin contar que las personas que operaban en el lugar lo hacían con mucho profesionalismo y tomando las medidas necesarias contra el virus. En cuanto nos detuvimos delante de una puerta de doble ala con las insignias y el logotipo de la OMS, tragué saliva y esperé que Adrián terminara de hablar con uno de los agentes.

—¿Qué sucede? —le pregunté cuando volvió a acercarse a mí.

—Me informan que antes de proceder a una extensa reunión donde representaremos a nuestros padres, podemos tomar un receso para asearnos y cambiar nuestros trajes protectores si así lo queremos.

—No, está bien —tosí levemente—. No hay tiempo que perder. Lo haremos luego de la reunión. Necesito que esta pesadilla termine de una vez y por todas.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora