Capítulo 24.

10.3K 1.2K 332
                                    

Capítulo 24

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 24.

—Aly, ya preparé la mesa —me avisó Adrián desde la habitación, ya que aún continuaba en el baño—. Ven a desayunar, antes de que se haga más tarde.

—Ya voy —puse los ojos en blanco y terminé de cepillarme el cabello con cierta prisa.

—Aunque me pongas esos ojos en blanco, tienes que venir a desayunar —volví a escucharlo y no pude evitar soltar una risita.

Cuando me dirigí hacia la habitación para vestirme, me percaté de que Adrián había dejado varias piezas de ropa sobre la cama.

—Tendremos que estar un par de días aquí encerrados hasta que todo se calme, así que busqué algunas de las piezas de ropa más cómodas que había entre tus pertenencias —se encogió de hombros cuando se sentó junto a la mesa y comenzó a teclear en uno de sus teléfonos—. Me he comunicado con Arnold y por el momento nuestros padres siguen en mejoría. Están estables, así que muy pronto podremos regresar a Puerto Rico para enfrentarnos a nuestras responsabilidades allá en el hospital —soltó un pesado suspiro, como si le aliviara el hecho de que volveríamos a casa.

—La verdad es que ya estoy extrañando Puerto Rico —le confesé mientras me vestía en sus narices—. Es decir, Francia es un lugar hermoso, pero debido a las circunstancias que hemos pasado, lo único en que pienso es que quisiera regresar a casa y sentirme segura.

—Lo entiendo perfectamente —enarcó las cejas—. Créeme, te sentirás segura cuando nos encerremos en el cuarto de juegos sexuales y te entregues a mí sin rechistar.

—¿Es en serio que en eso es lo único que piensas? —le sonreí cuando me senté junto a la mesa.

—¿De qué hablas? —sus ojos verdes eran chispas candentes—. Hace un rato eras tú la que querías seguir haciéndolo y haciéndolo. No me jodas —bufó y comenzó a comer con la elegancia que lo caracterizaba.

Sin embargo, a diferencia de él, comencé a devorar mi parte del desayuno como si nunca en la vida hubiese comido. Después de comerme un croissant con un delicioso café caliente que Adrián había vuelto a calentar en un microondas que ofrecía la suite, proseguí con unas tostadas francesas con un poco de mermelada y jugo de naranja.

—Si quieres, puedes comer despacio —Adrián me respondió con sarcasmo cuando le dio un leve sorbo a su vaso de café.

—Todo está exquisito, lo juro —continué comiendo y hablando con la boca llena.

—No pensé que te gustaran los desayunos franceses —enarcó las cejas y estudió mi comportamiento con detenimiento, aunque parecía satisfecho de que estuviera alimentándome.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora