Capítulo 17.
—Escucha, pequeña —Adrián sujetó mis mejillas con vehemencia al intentar calmar su llanto para calmarme—. Estaremos bien. Ya buscaremos la manera de que todo salga bien —tomó varias bocanadas de aire—. Llamaré al señor Thompson para que me brinde y me haga factible otra vacuna, ¿sí? —posó un casto beso sobre mi frente.
Asentí mientras las lágrimas continuaban escapando de mis ojos. Sabía perfectamente que debía calmarme ante la situación y hallar una manera de que los dos estuviésemos bien, pero no podía evitar preocuparme por el amor de mi vida, ya que no quería perderlo por nada del mundo.
—Vuelvo enseguida —cuando se alejó de mí y se puso el pantalón de pijama, no dudó en colocarse una camiseta.
Cuando me fijé en que hablaría por teléfono, aproveché para bañarme, cepillarme los dientes y vestirme mientras terminaba su conversación con el señor Thompson. Sin mencionar que casi se me olvidaba tomarme la píldora anticonceptiva por el mal rato del momento.
«Mierda, ojalá esto fuera una pesadilla». Fue lo que pensé al mirar mi agotada expresión a través del espejo del lavabo mientras me tomaba la píldora.
Cuando salí del baño, me percaté de que Adrián se encontraba apoyando la espalda junto a la puerta que se dirigía hacia el balcón. Se mostraba pensativo y con el ceño fruncido mientras frotaba su barbilla una y otra vez.
—¿Qué te ha dicho el señor Thompson? —le pregunté al engrandecer los ojos esperanzada—. ¿Nos traerán otra vacuna?
—Sí.
—¡Qué bien! —chillé por la emoción—. Entonces, solo nos resta esperar que la traigan y nos la pondremos juntos.
—Aly —rascó su nuca y esquivó mi mirada por un momento—. Creo que no será así de sencillo como crees.
—¿A qué te refieres? —bufé, negando con la cabeza.
—El señor Thompson y su equipo ya no se encuentran en el hotel. Se han ido en cuanto han podido para realizar los trámites de la expansión de la vacuna.
—¿Qué? —la preocupación volvió a reinar en mi sistema, causando que mi corazón se acelerara por completo—. ¿Cuánto tardarán en traérnosla?
—Él no podrá venir, ya que está haciéndose cargo de todo lo demás, pero ha enviado a uno de los agentes de la OMS que nos la entregará lo antes posible.
—¿De cuánto tiempo estamos hablando? —fruncí el ceño.
Adrián soltó un largo suspiro y me dio la espalda al mirar hacia el exterior.
—Un par de horas.
—Wayne...
—De seis a ocho horas lo máximo.
—Es mucho tiempo si nos ponemos a suponer que te has contagiado cuando llegamos al hotel y estuvimos juntos.
—Por lo tanto, eres tú quien primero debe inyectarse la vacuna —espetó con decisión—. Llevas más tiempo contagiada y por lo que he podido ver, los síntomas comienzan a causar efectos en tu sistema.
—No, no voy a arriesgarme a que comiences a deteriorarte con los síntomas en las próximas horas. ¿Y sí el agente que enviaron tarda más de lo previsto?
—Aly.
—Andy, no permitiré que arriesgues tu vida más de lo que ya lo has hecho —tosí bruscamente, lo que causó que corriera hasta el baño, ya que las arcadas me hicieron vomitar por las náuseas que se hicieron presentes en mi estómago.
Adrián corrió tras de mí y se agachó a mi lado muy preocupado. Sujetó mi cabello al ver que continuaba vomitando sin parar toda la comida que había cenado en la madrugada.
—Es-Estaré bien —tosí con más fuerza y tomé varias bocanadas de aire al sentir como las lágrimas descendían sobre mis mejillas por la presión que me habían causando las arcadas.
—Aly, mi amor —Adrián frunció el ceño con impotencia—. No puedo soportar verte así y saber que empeorarás. Por favor, debo administrarte la vacuna.
—En cuanto llegue el agente —le dije con decisión al enjugar mis lágrimas—. Ahora mismo eres más necesario que yo, así que ya adminístrate la vacuna de una jodida vez.
—¡No puedo vivir sin ti! —gritó y pasó sus manos por su cabello con impotencia.
—¡Yo tampoco! —grité—. ¡Por favor, hazme caso! ¡Déjate llevar por la lógica, cómo los médicos que somos!
Se puso en pie al recobrar su compostura y me ayudó a levantarme del suelo cuando tiró de la cadena del inodoro. Luego me dirigió hasta el lavabo y me ayudó a lavarme los dientes y el rostro como si no hubiese un mañana, apretando los labios al mantenerse en silencio. Estaba suponiendo que pensaba en mi decisión, a pesar de que no le gustaba nada.
—Escucha, si no accedes a inyectarte la vacuna, yo tampoco lo haré —me dijo con decisión en cuanto me ayudó a recostarme sobre la cama.
—¿¡Qué!? —intenté levantarme nuevamente, pero él no lo permitió al colocar sus manos sobre mis hombros—. Andy, tienes que...
—Respetaré tu decisión y no te obligaré a hacerlo, pero tú debes respetar la mía —zanjó—. Cuando te dije que no me importaba nada de lo que soy o tengo si no te tenía, hablaba en serio —colocó su mano sobre mi frente para comprobar mi temperatura—. De todas formas, la cura ya se estará expandiendo por todos los rincones del mundo y muchas vidas se salvarán —se levantó del borde de la cama y me miró desde su posición—. Iré a ducharme y regreso contigo para cuidarte.
—Es como un acto suicida lo que estás haciendo, Andy —tosí al sentir que mis pulmones se comprimían una y otra vez.
—Lo sé, pero como te dije —me dio la espalda y me miró por encima del hombro—. Ya nada me importará si te pierdo. Entonces, más sincero no puedo ser con mis sentimientos de lealtad. Si tú no te quieres inyectar la vacuna por el simple hecho de que no hay una disponible para mí al momento, yo tampoco lo haré si no hay una para ti. Siento mucho si mi decisión no te gusta, Aly —espetó muy decidido y desapareció de mi vista cuando se dirigió hacia el baño.
Sin embargo, cuando terminó de ducharse y vestirse cómodamente, se acostó a mi lado y me empezó a abrazar a través de las sábanas cuando los escalofríos comenzaron a invadirme por completo. Realmente, después de haber vomitado, el sueño había comenzado a apoderarse de mí, así que lo mejor para mí sería volver a descansar, ya que necesitaba estar más preparada para cuando los síntomas se agravaran.
—Tranquila, aquí estaré contigo —posó un beso sobre mi frente y me acurrucó sobre su pecho—. Debes mantenerte lo más relajada posible y respirar de forma pausada —en cuanto comenzó a acariciar mi cabello con agilidad, poco a poco fui quedándome dormida en sus brazos, segura de que podría aguantar un poco más hasta que llegara la otra vacuna.
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MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓
Roman d'amour(+21) (Libro 5) Lo inevitable no solo ha desatado una ola de emociones dolorosas entre Adrián y Alysha por la decisión que ella ha tomado en base a la pandemia global a la que se enfrentaban, sino que una serie de sucesos al otro lado del mundo, los...